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 Ermitas 
        de Mairena | 
Cuando la Parroquia y varias 
  hermandades de Mairena planifican la próxima reparación y reforma 
  de la ermita de San Sebastián quizás sea el momento de conocer 
  como eran y que cambios a lo largo de estos últimos siglos han experimentados 
  las ermitas históricas de nuestro pueblo. Y que mejor ocasión 
  que esta para publicar y analizar las impresiones que diferentes viajeros dejaron 
  escritas en épocas distintas sobre nuestras capillas.
  
  El primer documento recoge la impresión de un viajero que nos visitó 
  allá por el año 1.694, y en él, de forma muy bella, nos 
  ilustramos minuciosamente como eran estas ermitas hace ya más de tres 
  siglos. El peregrino después de recorrer someramente nuestra Villa se 
  centra en el tema que tratamos y nos cuenta: "A la entrada del lugar 
  está una ermita con tres naves, en la principal está un altar 
  de San Sebastián, cuya imagen es de talla, tiene lámpara de cobre; 
  en el colateral está un altar de Jesús Nazareno, de talla, y en 
  él está una hechura de San Juan Evangelista, es cofradía 
  y tiene también su lámpara de cobre; en el colateral a mano izquierda 
  está Nuestra Señora de los Remedios, con un retablo dorado y también 
  tiene su lámpara de cobre. Tiene dicha ermita un campanario con su torre 
  y campana. Los altares están decentes con sus aras y manteles. Dejé 
  los mandatos siguientes:
  1º Que se haga inventario de todas las alhajas y prendas de dicha ermita, 
  que el ermitaño dé fianzas a satisfacción del Vicario de 
  la Villa, y que después de haber hecho el citado inventario se ponga 
  en el archivo de esta iglesia como disponen las constituciones sinodales de 
  este Arzobispado.
  2º Y que se borren las pinturas que están en las paredes de la ermita 
  por estar indecentes y con retratos de personas particulares.
  A un cuarto de legua de esta Villa hay una ermita dedicada a la gloriosa Virgen 
  y Mártir Santa Lucía, tiene esta ermita una nave muy aseada con 
  su púlpito y un altar en la cual está la Santa, tiene su lámpara; 
  los ornamentos para celebrar la misa en la ermita están en la Iglesia 
  de la Villa. Cuando reconocí el inventario de ella dejé los mandatos 
  siguientes:
  1º Que se compre un misal nuevo, pues tiene esta ermita bienes raíces 
  y tributos fuera del ingreso de limosnas.
  2º Que se aderece la patena del Cáliz, que es de la ermita y está 
  en la Iglesia de la Villa.
  3º Y que el ermitaño, dentro de seis meses, haga inventario de las 
  alhajas y bienes de la ermita y que se ponga en el archivo de la Iglesia".
  
   
 
  
Al analizar el contenido 
  del texto anterior, y en relación con la ermita de San Sebastián, 
  nos damos cuenta que la ubicación de las imágenes es distinta 
  a la que hemos conocido tradicionalmente, así llama la atención 
  el lugar que ocupaba la talla del Señor San Sebastián que estaba 
  colocado, justamente, en la nave central y no en la colateral, como ahora la 
  vemos. Por otro lado es reseñable que desde hace más de tres siglos 
  han permanecido en la ermita prácticamente las mismas e insignes imágenes, 
  por lo que podemos concluir que han sido las mismas advocaciones las que durante 
  siglos allí se han venerado, hasta que recientemente la ermita ha sido 
  enriquecida con la presencia del Sin pecado de la Virgen del Rocío. 
  Resulta curioso, por otro lado, el segundo mandato descrito, el que obliga a 
  borrar los retratos de personas particulares. Seguramente estos cuadros serían 
  de maireneros de la época que de esta forma conseguían que se 
  le reconociesen sus méritos. Privilegios que ganarían, sin duda, 
  bien en la fundación de las Cofradías allí instaladas o 
  bien en las ayudas que prestarían para levantar esta antigua ermita. 
  De haberse conservados habríamos conocidos a estos "ilustres maireneros" 
  y, probablemente, por sus rasgos hubiésemos sacado de que familias eran.
  
  Los datos de la ermita de Santa Lucía son todos fascinantes, y más 
  deben de serlo para la actual generación de maireneros y maireneras, 
  que si acaso sólo conocen de ella los restos de su espigada torre, que 
  aún permanece insolente y orgullosa presidiendo gran parte de los Alcores, 
  cerca del manantial de su mismo nombre y divisando a lo lejos los restos de 
  Luchena.
  
  El siguiente documento es ya del siglo XVIII, concretamente del 1.715, y aunque 
  sucinto en la reseña de las ermitas maireneras si aclara algunas circunstancias 
  que vivieron las Cofradías allí instaladas. En relación 
  al primer apartado leemos: "Están dentro de esta Villa la de San 
  Sebastián y Santo Cristo de la Cárcel, una y otra bien reparadas 
  y surtidas en los ornamentos necesarios; y extramuros de ella y sujeta al Prior 
  la de Santa Lucía, mal reparada y sin ornamentos". Pasando las páginas 
  de este memorial encontramos una descripción pormenorizada de todas las 
  cofradías de la época, y en relación con la de Jesús 
  Nazareno nos dice: "se compone de limosnas que juntan los hermanos, entradas 
  y luminarias que pagan éstos, que importan anualmente 890 reales, que 
  se distribuyen en la procesión de Semana Santa, con sermón de 
  pasión, gastos de cera y otras menudencias". Y sorprendentemente 
  en la relación de cofradías aquí detallada, diez en concreto, 
  no aparece la de la Virgen de los Remedios, circunstancia que quedaría 
  aclarada en un posterior texto del 1.729. En él nos enteramos de las 
  vicisitudes que rodearon a esta Cofradía: "Se nos ha informado que 
  la Cofradía de Nuestra Señora de los Remedios, sita en la ermita 
  de San Sebastián de esta Villa, está casi extinguida, y tiene 
  alhajas de plata, oro y ropas; porque ésta no se extinga y oscurezcan 
  dichas alhajas mandamos que el Señor Vicario de esta Villa haga juntar 
  Cabildo de los hermanos de dicha Cofradía, los excite a que continúen 
  en la devoción, faciliten y soliciten nuevos hermanos para que no decaiga 
  el fervor. Aprecibiéndoles que de no ejecutarlo las alhajas que hubiere 
  de dicha Hermandad se aplicarán a la fábrica, dándola por 
  extinguida y en el caso que se fervoricen les animase a ello, y reconociendo 
  en el término de un año que no hay adelantamiento alguno procederá 
  a aplicar por inventario dichas alhajas a la fábrica, expresándolo 
  con toda distinción y claridad para que se tenga presente en adelante". 
   
El texto del último viajero que vamos a escudriñar ya no cita la ermita de Santa Lucía y, en consecuencia, podemos pensar y aseverar que ésta ya no se usaría para el culto. Lo que significa que el proceso de ruina de este singular lugar de oración, que ya constaba en el documento del 1.715, se habría culminado ahora, es decir en el 1.878. En relación con la ermita de San Sebastián aparece este significativo testimonio: "situada al final de la nominada calle de Mesones, también se encuentra al cuidado de un capiller nombrado por el Diocesano, su bóveda del altar es gótica, y ésta fue en su primitivo origen la extensión de la capilla. Posteriormente ensancharon la predicha Iglesia con dos naves, colocando en ellas dos altares, en uno de los cuales he visto una notable imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, con túnica y cruz de valía; esta efigie es de gran veneración para los naturales. La extensión dada a esta capilla, según lo manifestado antes, la hace capaz y susceptible de poder servir algún día de ayuda de Parroquia, si por la conveniencia del vecindario y población en general y por la mejor distribución del pasto espiritual así se dispusiese en atención a lo distante que se encuentra la Parroquia de esta calle y sus afluentes y limítrofes".
 Cuando se finalice las 
  actuales obras ahora proyectadas la ermita de San Sebastián ganará, 
  sin duda, en belleza y extensión, pero parte de su antiguo y primitivo 
  encanto como recoleto oratorio se sacrificará en aras de una mejor funcionalidad 
  y nueva distribución de las Cofradías allí presentes.