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El Campanillo
Hermandad Sacramental

Edición Digital 2004

¡Alabado sea el Santísimo Sacramento del Altar!
Rafael Capitas Guerra

Fue nada más y nada menos que en la mañana del Viernes Santo, tras el sermón de la Verónica, cuando el Hermano Mayor de esta Hermandad Sacramental me pidió que escribiera unas letras para el boletín que con motivo de cada celebración del Corpus Christi edita la misma.

¡Cómo no!, por servir a mi pueblo no dudé un momento aceptar tan amable invitación.

Y como es normal, lo primero que me pregunté al comenzar a escribir esta reflexión que quiero compartir con vosotros, era qué podía deciros que sin caer en tópicos y en frases hechas os pudiera ayudar en estos días tan importantes como son los que la Iglesia celebra en el contexto de la pascua dando culto a Jesús presente en la Eucaristía.

¡Qué tontería! Preocuparme por no caer en tópicos y querer ser original hablando de la Eucaristía, cuando este misterio que centra la vida del cristiano cada domingo es tan sublime e inabarcable que no cabría, por poco que se supiera de él, ni caer en ideas repetitivas ni hacer una reflexión llena de tópicos del mismo…

Y digo bien, porque el misterio de la Eucaristía, del que desde los santos padres hasta nuestros días se ha dicho tanto, por medio de la reflexión teológica, los escritos de grandes santos de nuestra Iglesia, el estudio de los teólogos de todos los tiempos, ha sido quizás, sin temor a equivocarme, el misterio de la fe cristiana más tratado de cuantos existen, y si bien es verdad que la reflexión y el estudio son importantísimos en nuestra Iglesia y más cuando se trata de un misterio insondable como éste, no es menos verdad que la principal preocupación que debe centrar nuestra vida cristiana al referirnos a la Eucaristía, es la de vivir este misterio actualizándolo en cada uno de los momentos de nuestra vida…

Y ¿a qué me refiero cuando hablo de actualizar el misterio de la Eucaristía? ¿qué es hacer presente en nuestra vida dicho misterio?..
Ante todo, asumir que celebrar la Eucaristía casa domingo no es, ni mucho menos, el cumplimiento de un mandamiento de la Santa Madre Iglesia, a la que debemos fidelidad, y por eso acudimos fielmente a "cumplir" con lo que se nos manda…

Celebrar la Eucaristía, para el cristiano no es cumplir con un mandamiento, sino que habríamos de descubrir la celebración de cada domingo como una necesidad, equiparable a las necesidades vitales que todos conocemos y de las que no podemos prescindir porque forman parte de nuestra vida, son parte fundamental de nuestra vida. Espiritualmente también la Eucaristía, habríamos de descubrirla como esa necesidad vital, sin la cual nos es imposible sobrevivir…

La celebración de la Eucaristía, es por tanto, ese encuentro privilegiado, en que el Señor se nos hace presente realmente en dos dimensiones muy concretas: como alimento en su Palabra, y como alimento eucarístico, en la liturgia de la fracción del pan.

No podemos olvidar que en la Eucaristía, según nos han transmitido los evangelios, en el contexto de la pascua nueva del Señor, en el acontecimiento de la última cena, hay dos momentos de singular importancia, que cargan de sentido la celebración de este rito que Jesús celebra con los suyos, estos dos momentos a los que me refiero son por un lado, el lavatorio de los pies, y como no, el mandamiento nuevo del amor. Dos momentos complementarios de una misma realidad.

Y es que es imposible entender la Eucaristía, si no tenemos en cuenta estos elementos.
"Vosotros me llamáis el maestro y el Señor, y decís bien, pues lo soy"… y si yo el maestro y el Señor os he lavado los pies, es para que hagáis lo mismo unos con otros. Este es el momento central, el acontecimiento que por encima de cualquier otro destaca Juan en su evangelio en la celebración de la pascua del Señor con sus discípulos… Es imposible entender la Eucaristía al margen de la actitud de servicio a la que el Señor invita a sus discípulos que tengan unos con otros. No se puede entender una comunidad cristiana, es imposible concebir una comunidad parroquial que quiera ser eucarística, una hermandad que quiera ser eucarística, un solo cristiano que pretenda celebrar la Eucaristía, si en su vida, en sus actitudes, en su comportamiento, no se encuentra el servicio como valor fundamental.

El otro momento ineludible en la Eucaristía, que destacan los evangelios, es el mandamiento nuevo del amor… Mandamiento que no era totalmente novedoso puesto que ya en el Antiguo Testamento, nos habla de él, pero Jesús lo plenifica dándole un sentido distinto; y la distinción esta explicitada en la segunda parte de la frase que recoge San Juan en su evangelio, "amaos los unos a los otros, COMO YO OS HE AMADO".

Ahí radica la novedad del mandamiento del amor, en la invitación expresa que Jesús hace a los que están celebrando esa primera Eucaristía con Él, de amar como Él lo hizo, hasta las últimas consecuencias, es decir hasta dar la vida.

No podemos por tanto comprender una comunidad eucarística, como la de los primeros discípulos de Jesús que no esté dispuesta a vivir el mandamiento nuevo del amor.

La señal por la que conocerán que sois discípulos míos, es que os amáis los unos a los otros.

Desearos no solo como paisano, sino sobre todo como miembro de esa comunidad parroquial de la que también yo me siento miembro, que estos días centrados en el sacramento de la Eucaristía, os acerquen más al Maestro, y que este acercamiento al misterio de Jesús Sacramentado, os ayuda a descubrirle presente en los hermanos y disponibles para servirle sobre todo en los más necesitados.

¡Sea por siempre bendito y alabado!