Hdad. de Ntro. Padre Jesús Nazareno y Ntra. Sra. de la Amargura


Imágenes de la Hermandad
Recopilado y redactado por: Domingo Rodríguez Díaz


Ntro. Padre
Jesús Nazareno

Ntra. Sra. de la Amargura

San Juan Evangelista

Simón de
Cirene

IMAGEN TITULAR DE NTRO. PADRE JESÚS NAZARENO

Es el más preciado bien de todo el acervo patrimonial, histórico, artístico y cultural de la Hermandad. La venerada imagen es propiedad de la Institución Cofrade desde el 20 de Noviembre de 1985, mediante escrito, procedente del Arzobispado de Sevilla con numero de expediente N. Prt. 3468/85, y que entre otras dice textualmente ... "al mismo tiempo que confirmamos a la Hermandad en la propiedad de las Imágenes que recibieron por donación verbal en el año 1940".

Es de estilo barroco del siglo XVII y sustituyó a otra, debido a su expoliación y quema en la fatídica noche del 19 al 20 de Julio de 1936.

Llegó a Mairena en el verano de 1936, procedente de la Iglesia de San Francisco de Carmona y procedía del desaparecido convento del Carmen. Trasladado a la Villa los restos maltrechos de la interesante talla en un lamentable estado de deterioro, que se había logrado rescatar de entre los cascotes de una bóveda desplomada, como lo confirmara la santera del mencionado cenobio de San Francisco, Doña Magdalena Pérez de las Heras, hija y nieta de santeros de la Iglesia.

La cesión de la imagen a la Hermandad en calidad de depósito se debió a las arduas gestiones llevadas a cabo por un grupo de cofrades encabezados por D. Julián Hernández Jiménez, Apolonio Carrión Ruiz, Antonio Rodríguez Sánchez, Manuel Jiménez Reyes, Telesforo Méndez, Manuel Crespo y sobre todo por el párroco de la Villa D. Rafael Fernández Reyes, lográndose recabar del Arcipreste del partido, Rvdo P. Don José Cascales Molina.

Con más amor que acierto, fue ensamblada y restaurada en nuestra Villa, por el entonces desconocido imaginero-escultor Sebastián Santos, juntamente con carpinteros locales, siendo bendecida para el culto el día 10 de enero de 1937 por el mencionado párroco D. Rafael Fernández Reyes y trasladada en solemne procesión desde la Iglesia Parroquial hasta la Ermita de San Sebastián en cuya comitiva figuraban las autoridades locales y un grupo de cofrades de las distintas Hermandades de la Villa, que desde Julio se habían quedado prácticamente sin actividad cofradiera y de culto. Fue la primera Imagen Sagrada que poseía la Villa después del infortunio saqueo y quema realizado por las hordas comunistas en todos los templos de la localidad.

No se conoce con exactitud el autor de la impresionante escultura, habiéndose vertido varias opiniones de su autoría.

Según visita realizada a la Villa por la Junta de Cultura Histórica y Tesoro Artístico de Sevilla el 26 de Agosto de 1936, que dirigían los profesores D. José Hernández Díaz y D. Antonio Sancho Corbacho, en su estudio y apreciación realizado, cuando estaba siendo ensamblada y restaurada, opinaron que su autoría tenía muchas posibilidades que fuera del círculo artístico de Pedro Roldán (la Roldana, Francisca Roldán, María Roldán, Luis Antonio de los Arcos, Duque Cornejo, etc.)

Otros expertos como D. Antonio de la Banda y Vargas, lo situaron en el círculo de Francisco de Ocampo.

Según investigaciones realizadas por nuestro paisano Eusebio Pérez Puerto, su autoría la atribuye a Gaspar del Águila, abulense que residía en Sevilla desde 1556 y que fue encargada por el vecino de Carmona Diego de Cea Herrador, para la Hermandad de Soledad que residía en el convento del Carmen de dicha ciudad. De confirmarse dicha teoría, la imagen de Jesús podría ser la más antigua de los Nazarenos de toda la provincia...

Otro investigador Fernando Quiles García, publicó en una separata de un libro editado por el laboratorio de Arte de la Universidad de Sevilla, atribuyéndole que el Nazareno de Mairena era una "posible obra de juventud de Ruiz Gijón" manifestando lo siguiente: A cuatro años de su primer trabajo conocido -1674-, y dentro del periodo de juventud, Francisco Antonio Ruiz Gijón acordaba con la cofradía del Santo Cristo de la Amargura de Carmona la ejecución una escultura de la imagen titular, el Nazareno con la cruz invertida. El documento firmado por el artista y el representante de la congregación, Juan Lorenzo de Castro, define nítidamente las características de la pieza: "una hechura de un santo Christo de la Amargura para dicha su cofradía, con la crus puesta al contrario, el pie hacia delante, de hechura toscana rredonda, y el Jesús de siprés, bestido con su túnica de madera, sobre un peñasco ansimesmo labrado de madera".

No ha sido posible atestiguar el cumplimiento del contrato mediante la preceptiva carta de pago, pero hay constancia de la existencia de un Nazareno que perteneció a la hermandad y ha sido fechado en el último tercio del siglo XVII. Dicha figura recibió culto en el convento de San Francisco de Carmona hasta su destrucción en los años treinta de este siglo, quedando a partir de entonces bajo la custodia de la Hermandad del Nazareno de Mairena del Alcor.

Ante la incertidumbre que produce la falta de datos documentales cabe precisar la identidad del Nazareno y la posible autoría de Ruiz Gijón comparándolo con otras obras contemporáneas del mismo escultor. Advirtiendo, no obstante, la dificultad de establecer una relación estrecha con una producción inmadura, en la que se notan importantes indecisiones estilísticas.

La comparación con el Nazareno de Alcalá del Río, próximo en fecha y supuestamente en el mismo estadio evolutivo, resulta poco aclaratoria al encontrarse modificado por una restauración. Tampoco despejan la duda otros tipos masculinos más tardíos, como el San José de la iglesia sevillana de San Nicolás, con el que coincide en algunos rasgos faciales y en cierto aire expresivo, aunque no faltan las divergencias explicables tal vez por la distancia cronológica que los separa. La Santa Ana de la parroquia de la Magdalena (1675), que ha sido atribuida a Ruiz Gijón, está acompañada por un San Joaquín que presenta ciertas coincidencias estilísticas con el Nazareno de Mairena, si bien está considerado como una adición tardía al grupo. Por último, la escultura de San Antón que se encuentra en la iglesia de San Antonio Abad, de 1676, anticipa las monumentales formas de la madurez de Ruiz Gijón con lo que se aleja de la pieza objeto de estudio.

La inseguridad que provoca el ejercicio de "encaje" del Nazareno en la producción de Gijón está provocada sobre todo por la peculiar personalidad de este artista, un escultor muy prolífico que en su evolución busca la renovación constante de tipos. Unos rasgos muy marcados y un sentimiento trágico y emotivo que se exterioriza en el semblante sin llegar a descomponerlo. Hay sin embargo ciertos detalles no comunes, como pueden ser la forma de la barba, prolongada y poco abultada, y la de los finos labios, así como la marcada anchura de la cara, rasgos más propios de la estética roldanesca.

No puede negarse la evidente afinidad con la escultura manierista sevillana, patente en detalles formales concretos, como el arco superciliar recto, el entrecejo en uve, los ojos almendrados, los pómulos prominentes, e incluso el tipo de barba larga, apuntada y bífida. Posee las formas y la fuerza expresiva que heredados de Martínez Montañés perviven en sus seguidores. En ese ámbito recuerda la obra de Francisco de Ocampo. Tanto el Cristo de la Hermandad del Silencio como el Jesús de las Penas de San Nicolás (ambas de Sevilla) poseen ciertas semejanzas con el Nazareno de Mairena. Además, existen otros detalles que permiten establecer la referida filiación, puesto que ambas imágenes llevan o fueron concebidas para llevar la cruz invertida. En la búsqueda de las raíces de esta obra hay que considerar también las realizaciones de Felipe de Ribas. Suyos son el Nazareno de las franciscanas de Lebrija y el Cristo de la Misericordia de San Vicente (Sevilla), con los que el Nazareno de Mairena pudo tener deudas formales.

No hay que olvidar que en la configuración de un estilo netamente barroco pesó la producción de los artífices más evolucionados, no tanto aquéllos que aprendieron con José de Arce una peculiar manera de dotar de movimiento a las esculturas, como los que avanzaron sin perder de vista los precedentes locales, como Pedro Roldán. Precisamente al taller de Roldán ha sido adjudicado el Cristo de la Amargura en alguna ocasión. En absoluto es errada la atribución puesto que el propio Ruiz Gijón tuvo contactos con el maestro del más importante obrador escultórico de la época.

En definitiva, de tratarse de una obra de Ruiz Gijón, lo que creemos probable, nos estaría poniendo en antecedentes sobre las fuentes de su producción. El artista estaría inspirándose en la tradición local, en la inmediata y abundante serie de los maestros del manierismo, empezando por Martínez Montañés y Juan de Mesa, piezas claves para entender esta obra y otras contemporáneas. Este influjo afectaría al maestro de igual modo que el de su contemporáneo y posible preceptor, Pedro Roldán.

Según el joven investigador de la Biblioteca Capitular Colombina de Sevilla, D. Federico García de la Concha Delgado y según datos que le facilitó Fray Fernando de la Maza en Carmona, "el Nazareno de Mairena", fue imagen titular de una hermandad antigua de Carmona, donde gozó de gran devoción, y recibió culto bajo la advocación del Stmo. Cristo de la Amargura, y posteriormente, adquirió la de los Milagros. Esta última fue en principio, la advocación de la Dolorosa de la hermandad carmonense, la que al tomar el Cristo, popularmente su título, pasó después a denominarse la Virgen de las Lágrimas.

Según García de la Concha, el Nazareno de Mairena representa iconográficamente a Jesús camino del Calvario, ligeramente encorvado por el peso del madero que carga sobre su hombro izquierdo, pero con energía y decisión sobrehumana que transmite su rostro y sus atenazadas manos. El rostro, de perfiles algo acusados, participa de los efectos que impusiera la plástica roldanesca. La cabellera muestra largos y ondulados mechones que caen en un gran rizo rabínico hacia delante sobre su hombro derecho, donde se dirige la inclinación de su cabeza; la barba es poblada y bífida, con sinuosos perfiles en su terminación. Los ojos, algo almendrados, pintados y matizados con acertadas veladuras y con tallado profundo de sus párpados, transfieren una mirada profunda y cargada de dramatismo. Ésta enlaza con el movimiento de los labios entreabiertos; surcos de sangre brotan como manantial desde la sien, donde se encaja una corona de espina postiza, emanando regueros que caen sobre la frente, pómulos y asimismo, parte de la comisura de los labios.

Es, por lo tanto, una interesante imagen de plasmación plástica de Cristo camino del Calvario, de autor anónimo, pero buen conocedor de las innovaciones roldanescas, tal vez encuadrado en su círculo y, por tanto, ante una talla conectada con el ambiente artístico sevillano del último tercio del siglo XVII.

La Sagrada Imagen se restauró acertadamente en 1986, por las imagineras- restauradoras residentes en la ciudad de Carmona, Srtas. María Ugarte Monesterio y Mª Carmen Suárez Ávila, quienes sustituyeron los restos de la primitiva túnica tallada, estofada y policromada por un cuerpo de madera noble, de cedro real de Brasil, limpieza de la antigua policromía y nueva policromía donde se había perdido la original.

IMAGEN TITULAR DE NTRA. SRA. DE LA AMARGURA

Imagen de vestir de talla conocida de, "candelero", fechada en el final del siglo XVIII o principio del XIX y de autor desconocido. Procedía, al igual que la imagen del Nazareno, de la Iglesia de San Francisco de Carmona, llegando a nuestra Villa algunas fechas después. Se restauró y ensambló al final del año 1940, siendo restaurada por Sebastián Santos, pues vino en un lamentable estado de deterioro y conservación. En el año 1969 fue nuevamente tocada por Francisco Buiza y posteriormente en el año 1991 fue restaurada a fondo por Jesús Santos Calero en Sevilla.

Según D. Federico García de la Concha, la imagen de la Virgen de la Amargura es más bien obra del siglo decimonono. La indudable belleza de su rostro está más en consonancia por la admiración medieval hacia la mujer a la que idealiza; de este modo, el artista anónimo que tallara esta imagen rehuye a manifestar el dolor pero con un gesto serenamente angustiado y amargo, cristalino reflejo de un alma resignada ante el momento en que está viviendo. La imagen, pese a las numerosas y no siempre afortunadas restauraciones de la que ha sido objeto, conserva rasgos fisionómicos propios de las Dolorosas del siglo XIX: entrecejo fruncido y cejas de línea suave trazadas con tiralíneas. Los ojos grandes y algo caídos, con una mirada vaga y ensimismada, con tres o cuatro lágrimas cayendo por el rostro. Nariz recta y de gran firmeza y boca entreabierta, enseñando la parte superior de la dentadura y la lengua como trabada. El mentón un poco pronunciado hacia delante, con un gracioso hoyuelo en la parte central. Una ligera barbilla enlaza el rostro con un cuello perfectamente labrado. En cuanto a la encarnación, no es un color blanquecino, como es propio de las Dolorosas labradas a fines del siglo XVIII, sino una mezcla de color blanco con carmín, con el fin de obtener un tono cálido más nacarado o sonrosado.

Procesionó por primera vez en el año 1941, desde entonces viene acompañando a Nuestro Padre Jesús Nazareno, todas las mañanas del Viernes Santo y agregándole el honroso titulo de su advocación a la antigua Hermandad.

IMAGEN TITULAR DE SAN JUAN EVANGELISTA

Imagen de vestir tallado en madera de ciprés en el año 1948 por el imaginero contemporáneo del vecino pueblo de Alcalá de Guadaira Don Manuel Pineda Calderón.
La imagen encargada y adquirida por la Hermandad fue bendecida por el párroco de entonces Don Enrique Pruqquer Oropesa el domingo 27 de marzo de 1949, haciendo por primera vez la Estación de Penitencia en dicho año, y desde entonces viene acompañando a Ntra. Sra. de la Amargura todas las mañanas de Viernes Santo y agregándole su advocación como cotitular a la antigua Hermandad.


El rostro es de una belleza juvenil, en consonancia con la historia y tradición evangélica, manifestada durante la vida pública de Jesús, al ser el discípulo amado y apóstol más joven, de ahí que sea nombrado como el Patrón de la juventud cofrade.
La imagen fue tocada en la cara, manos y pies en el año 1969 por el insigne imaginero Francisco Buiza Fernández y posteriormente en el año 1990 fue restaurada a fondo y encarnada nuevamente en los talleres de Arte Isbilia de Sevilla.

IMAGEN DEL CIRINEO

Fue adquirido por la Hermandad en el año 1957 del taller que en la calle Júpiter de Sevilla tenían los tallistas; José Martínez y Fernando Villar. Fue restaurado por Antonio Gavira Alba ese mismo año en su taller de nuestra Villa.
Es talla completa de madera noble y policromado de fecha y autor desconocido. Fue restaurado en 1983 por el incipiente imaginero Francisco Berlanga. Es imagen que puede procesionar en su policromado natural o bien, como últimamente, lo viene haciendo vestido con ropa a la usanza de la época.


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