(5-noviembre-2009) Fray Bartolomé de las Casas no fue el Ché Guevara de los indios

Informa: Chema Cejudo

- Ramón Valdivia, párroco de Mairena del Alcor, gana el premio "Nuestra América" con un estudio sobre el religioso

El párroco de Mairena del Alcor, Ramón Valdivia Jiménez, licenciado en Derecho y doctor en Filosofía, se ha alzado como ganador de la nueva edición del Concurso de Monografías "Nuestra América", que anualmente conceden la Diputación de Sevilla, la Universidad de Sevilla, y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. La obra ganadora lleva por título "La dimensión religiosa de la libertad en Bartolomé de las Casas", y el jurado la ha destacado por la fuerte vocación americanista del personaje, en consonancia con un certamen que pretende resaltar esta misma vocación de la provincia de Sevilla.

El premio está dotado con 4.200 euros y se falló el pasado miércoles 28 en la Diputación. Ahora, la Universidad hispalense se encargará de editar el volumen, que a través de sus 400 páginas trata de poner al fraile sevillano, que vivió entre 1484 y 1.466, en el justo medio donde según Aristóteles reside la virtud, que en este caso se traduce además en la verdad acerca del personaje. Y es que, según Valdivia, casi desde el fallecimiento del longevo religioso (vivió 82 años de los de la época) su figura y legado han sido perseguidos por el maniqueísmo de tirios y troyanos, o sea, entre los seguidores de la teoría de la liberación y los imperialistas españoles.

Si algo tiene claro el cura Valdivia tras dos años de estudios e investigaciones en torno al fraile indiano es que éste, ante todo, fue un personaje plenamente religioso que no se sometió ni a la ideología liberal ni a la conservadora; sólo a un evangelio que consideró el santo y seña de su sentido de la vida y del resto de los hombres hasta el punto de considerar que si ésta se violenta se destruye al hombre en su esencia. Por esta claridad de mensaje, recurrente según el autor a lo largo de su inmensa obra, sorprende el sesgo intencionado de siglos alrededor a Fray Bartolomé de las Casas hasta llegar a se considerado por algunos "el Ché Guevara de los indios". Un aserto que para el autor del estudio "no es más que un mito, un sesgo fruto de la controversia ideológica".

De hecho, y pese a que su compromiso con los indios fue cierto y total como también lo fueron los abusos de algunos desaprensivos que no pocos poderosos obviaron ante la rentabilidad de aquel Eldorado cuyos recursos resultaban vitales para un Imperio que los devoraba con avidez, estos episodios sólo ocupan un pequeño apartado dentro del conjunto de la dilatada obra del fraile dominico, que el ursaonense cura Valdivia se ha encargado minuciosamente de escudriñar a lo largo de dos años recurriendo a bibliotecas romanas y pontificias, entre otros archivos y centros del saber a los que no escapan las bibliotecas universitarias de Sevilla.

El autor, por ello, reconoce que en él mismo han cambiado las ideas preconcebidas sobre Bartolomé de las Casas, quien desde la etiqueta de díscolo que habitualmente se le ha colocado, escora ahora la idea de pastor sin fisuras de la Iglesia de Cristo. Unas conclusiones a las que ha llegado el párroco a través de los tres apartados en que divide su volumen, en cuya confección se adentró animado por el catedrático universitario Antonio Enrique Pérez-Luño. En él dedica su primer apartado a hacer un análisis histórico, filosófico y jurídico del personaje, el segundo a investigar y confrontar los planteamientos y propuestas ideológico-políticas, antropológicas y religiosas de Fray Bartolomé de las Casas frente a las de terceros; y, en último lugar, centra sus esfuerzos en trazar las líneas del pensamiento del fraile indiano, que para Valdivia se concretan en una tríada de categorías: conciencia, libertad y alteridad (entendida como proyección sobre los otros).

A tenor del estudio de su pensamiento, quedan claras para el autor del libro la vigencia y actualidad de un personaje cuyo pensamiento, además, sigue influyendo en los pensadores contemporáneos. Por todo ello, Valdivia presume el texto como "ameno de leer aunque no divertido" dado su carácter de "tocho".