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CIEN IMÁGENES PARA UN SIGLO
(Edición Digital)


Manuel Gavira Mateos

CAPÍTULO 4 º TRABAJOS Y OFICIOS

Hombres creadores que el alma
infunden en sus hallazgos.
Hombres que luchan y sufren,
hombres que en tiempo lucharon.

Amalio García del Moral

La primera foto de este grupo es un testimonio fidedigno de los "verdeaores" de los Alcores, oficio ancestral en nuestra comarca y sustento para muchas familias a través de los tiempos. En esta imagen los campesinos aparecen, en un receso del trabajo, para posar ante la cámara de algún fotógrafo anónimo, de esos que iban por los caminos y las veredas buscándose la vida con su profesión.
Como se puede comprobar en la foto el momento inmortalizado sería instantes después al almuerzo, pues asoma por la parte de la izquierda uno de los hombres con la maja y el plato vacío del "sopeao o gazpacho". Generaciones y generaciones de campesinos andaluces han vivido, durante años, gracias a esa combinación de ajo, pan, pimientos, tomates, aceite, vinagre y agua. Sobre las antiguas costumbres gastronómicas de nuestro pueblo nos dejó escrito Bonsor en una de sus obras: "En el campo, al mediodía, comen el gazpacho... De retorno a la casa, terminado el trabajo, suelen hacer el plato más consistente de la jornada, un potaje de garbanzos o chicharos, con aceite, pan y agua".
Los hombres aparecen en la foto con su herramienta esencial en esta labor: el macaco, esportilla de esparto en la que se depositaban las aceitunas que se cogían del árbol y en la cual, una vez llena, se llevaba a la mesa de escoger, donde mujeres, personas mayores o niños las seleccionaban antes de almacenarla en el cortijo o casilla, para, por último, llevarla a la almazara. Así, se puede constatar en la foto con las dos mujeres que están de espaldas, y que completaban de esta forma la cadena de trabajo del campesino en el olivar.
Destaca también la formalidad y la uniformidad de todos en el vestir: mamelucos, chalecos, chaquetas de paten, gorras de visera, sombreros...


Foto nº 31. Rocío López

A continuación publicamos una evocadora estampa de unas yuntas de mulas arando por nuestros campos (Número 32). En ella quedó inmortalizado aquel tren de vapor que desde Carmona unía la comarca con Sevilla, y que era conocido como "el tren de los panaderos", por aprovecharse tradicionalmente este gremio de sus servicios para abastecer la capital de pan de Alcalá, Mairena o El Viso.
El tren de la vega, que yo conocí, era una singular y anticuada locomotora de vapor, de nombre "Adela", que aún silbaba orgullosa tirando de sus variopintos vagones por los Alcores. Cuando fue inaugurada oficialmente la línea en el 1.880, pienso que ya mostraría, casi sin dudas, su rancia fisonomía, pues en la prensa de la capital pocos años después, concretamente en el "Noticiero Sevillano" del 8 de marzo del 1.894, se podía leer: "El material móvil de la línea de Sevilla a Alcalá y Carmona es verdaderamente impropio de una vía férrea que arranca de una capital de la importancia de la nuestra.
Son tantas las quejas que con frecuencia vienen a exponernos las personas que viajan por el citado trayecto, que hoy ya nos decidimos a llamar la atención del Gobernador, convencidos por experiencia propia de la verdad de cuanto nos han dicho.
Hay que dejar a un lado la irregularidad en las horas de salida y llegada y en las marchas, y el mal estado de las estaciones, para fijarse principalmente en lo que al material móvil se refiere.
Los coches de tercera clase carecen de visillos, los de segunda (dos departamentos) son tan reducidos que, para permanecer sentados, hay que cruzar las piernas con el viajero de enfrente, con lo cual dicho está que en estos coches no pueden viajar señoras; y el único compartimiento de primera clase se diferencia de los de segunda solamente en que se compone de dos de estos corridos.
Uno y otro presentan un aspecto deteriorado y pobre, con unos malos cojines forrados de una sucia telilla de color. Y menos mal si los departamentos fueran limpios, que van llenos de basura y revestidos de espesa capa de polvo, de tal manera que el viajero pulcro siente repugnancia al entrar en ellos.
Nos parece que el Gobernador está en el caso de obligar a la empresa a que corrija, inmediatamente, todas estas faltas".


Foto nº 32. ¿?

Antes de la mecanización del campo eran los carros de tiro el medio de transporte más común. Las haces de gavilla se llevaban en los carros a la era, donde se hacía la trilla. Después los granos se transportaban para almacenarlos en las casas. Verlos transitar cargados por nuestras empinadas y sinuosas calles, al final de la jornada, era todo un deleite, y se requería gran experiencia, destreza y habilidad por parte del "carretero" para manejar estos pesados vehículos tirados normalmente por varias mulas.
El carro de esta foto (Número 33), como se puede distinguir, era de cuatro ruedas, y con una caja de altos varales en los costados y delantera, para cargar el máximo de gavillas.


Foto nº 33. Jesús López

En la siguiente fotografía (Número 34) recuperamos la imagen de la "trilla". Después de la siega venía esta labor, que se hacía con el pisoteo de las bestias y con los trillos. Éstos eran unos artilugios tirados por yuntas de mulas, que triturando la mies, tendida en parva, separaban el grano de la paja. El que aparece aquí era conocido como trillo de tarima, porque permitía colocar suficiente peso encima para obtener un mejor resultado Esta antigua técnica de laboreo desapareció con las modernas cosechadoras.


Foto nº 34. Mª Angeles Jiménez

Es la siguiente una cuidada foto de un taller de costura, que tantos agujeros taparon en las maltrechas economías familiares (Número 35). Destaca la "maestra" con la cinta métrica colocada a modo de bufanda y, en las manos, el "figurín" con los patrones. Observándose, además, el bien posar de todas las muchachas: agraciados peinados, elegantes vestidos, fino calzado, collares...


Foto nº 35. José Manuel Peña

¿Y qué fue de aquellos lavaderos públicos de la Atajea, Alconchel, Huerta Recreo... que servían además como lugar de encuentro y convivencia para la mujer mairenera?.
Es esta fotografía todo un testimonio histórico de aquellas vetustas pilas de lavar, en las que tantas muchachas vieron cambiar sus cuerpos y manos de niñas a mujer (Número 36).


Foto nº 36. Jesús Sánchez

También queremos rendir un sencillo, pero sincero homenaje, a todas las maireneras, que aliviaron las paupérrimas condiciones económicas de muchas familias con su trabajo callado y duro en aquellos almacenes de aceitunas y cooperativas.
Corresponde esta foto a la década de los sesenta. Vienen aquí (Angelita, Carmen, Dolores, Chari Cubero...), en un momento de descanso, otra vez alrededor del plato de gazpacho, pero valga esta foto como símbolo a su sacrificada tarea (Número 37).



Foto nº 37. Noelia Sánchez

Esta foto (Número 38) corresponde a una zapatería artesanal de las varias que hubo en Mairena. En ella el maestro, en este caso Juan de Dios Fernández, dos oficiales y un aprendiz. El maestro era quien tomaba las medidas a los clientes, confeccionaba las plantillas, cortaba los patrones y cortaba el cuero. Quedando el resto (coserlo, montarlo en la horma, ponerle la suela… ) para los oficiales y aprendices. Estos talleres decayeron ante el progreso del calzado fabricado más industrialmente, ante el cual no podían competir.


Foto nº 38. Antonio Fernández

Superada la crisis económica de los cincuenta, nuevas aplicaciones profesionales emergen en el panorama local. Fiel testimonio de muchas pequeñas empresas familiares maireneras que saben adaptarse a los nuevos tiempos son las de los Hermanos Capitas, en construcciones metálicas, y la creada por Don José Marín Liaño, como concesionario de conocidas marcas de bebidas. Responden ambas a un mismo esquema; personas que saben dar respuestas, a base de mucho trabajo, a las nuevas necesidades que se van planteando, a la vez que evolucionan positivamente aumentando considerablemente el volumen sus ventas, el patrimonio de sus instalaciones y el número de sus empleados.
Recoge la siguiente instantánea el momento de la inauguración de un nuevo depósito para las marcas representadas en la calle Sevilla, acto presidido por el coadjutor de entonces Don Juan Antonio Hernández. (Número 39)


Foto nº 39. José Marín

Ejemplo de la evolución e industrialización de los aperos y accesorios del campo es el cultivador que aparece en la foto. Fue hecho este, entonces, moderno arado en el taller de Manuel Sutil, que aparece en la foto junto a José Guillén, Juan Jiménez, Antonio "el Titi", Juan Manuel Prendas y Francisco Capitas. Es Capitas fiel exponente del cambio de la herrería tradicional al desarrollo industrial actual, evolucionando en su empresa desde el taller para la labranza mecanizada hasta la carpintería de aluminio y cerrajería artística actual (Número 40).


Foto nº 40. Francisco Capitas