Historias del Castillo
Autor: Manuel Gavira Mateos

Capitulo 3. De cuando se convirtió en cementerio ...

A finales del siglo XVIII surge en Mairena la necesidad perentoria de construir un nuevo cementerio, ya que eran muchos los vecinos que se veían obligados a enterrar a sus parientes en el Viso, pues en nuestro pueblo el antiguo cementerio adosado a la iglesia estaba saturado. Al mismo tiempo el Señor Vicario, presionado también por las nuevas normativas del Arzobispado sevillano, no podía consentir más enterramientos dentro de la parroquia, y se oponía a continuar abriendo más sepulturas en el templo. Por lo que era necesario buscar otros terrenos apropiados para tan cristiano fin.

La situación se fue haciendo cada vez más insostenible en las siguientes décadas, hasta que el Ayuntamiento señaló como enclave idóneo para la construcción de un cementerio rural las ruinas del viejo castillo, corría el año del 1.836. Tal determinación fue acordada por varias razones, la primera era que "el castillo está muy bien situado para dicho objeto, pues se encuentra a una distancia conveniente del pueblo, en un sitio alto y ventilado". La segunda causa de peso era que su actual estado de degradación mejoraría, pues estas "ruinas, que sólo sirven para encubrir malhechores y delitos con graves perjuicio de la moral pública", lo que se evitaría con el nuevo uso comunal pretendido. La tercera razón era de índole económico, pues se creía que "en dicho castillo se puede formar con poco costo el cementerio, reparando y componiendo del modo posible las ruinas, y si hubiera de construirse en otro sitio de nueva planta habría de costar una cantidad cuantiosa, que ni la fabrica de la Iglesia ni los fondos de Propios pueden gastar por su absoluta imposibilidad y carencias de medios". Y, sobre todo y primordial motivo, porque estaba plenamente convencido el Ayuntamiento "que estas ruinas eran propiedad de la Villa, y no del Estado de Arcos"(1).



Rápidamente se ejecutaron los reparos necesarios, se colocó una gran cruz, y, por supuesto se comenzó a enterrar en este sitio elegido a los vecinos que fallecían. El Duque de Osuna, a través de sus representantes y administradores, actúa a los pocos meses, exigiendo por vía judicial, y una vez que demostró sus derechos de posesión sobre el castillo, la entrega inmediata de la llave de la puerta, la restitución de su propiedad, la prohibición de más enterramientos, y que se retirará la Santa Cruz allí instalada. Se dio el caso curioso que el mismo día que se ejecutó la orden judicial por la que un Alguacil recogió la llave del Señor Vicario de Mairena, éste hizo constar "que al ponerse el sol de hoy se debe enterrar un párvulo, que por no haber venido su padre del campo no se ha verificado en este mañana". Ante tal contratiempo, el Apoderado que se hizo cargo de la llave no tuvo inconveniente en facilitarla para proceder a dicho sepelio, que puso punto y final a este uso del castillo, en el que se enterraron más de cien maireneros en el año que estuvo abierto.

A la actuación del Señor Duque por vía judicial siguió una gran exasperación del pueblo y ayuntamiento de Mairena, donde fue difícil "conservar el orden y el sosiego público" en las semanas siguientes, pues se consideró por todos que la actuación del Juez de Alcalá había sido injusta y provocadora ante los derechos comunitarios. Esta crispación llegó a su mayor grado en la última semana del mes de noviembre del 1.837, cuando se recurre al Gobernador Provincial para que dictará "la inmediata restitución al pueblo del cementerio". Al mismo tiempo se hizo saber "al Apoderado del Estado de Arcos que en el término de 30 días presente, si los tiene, los títulos de propiedad del castillo, para en este caso indemnizarle, y de no tenerlos, como cree el Ayuntamiento por ser propiedad de la Villa, declararlo así en su expediente". Y, para colmo, en la noche del día 30 de noviembre ocurrió un hecho que muestra el ambiente enrarecido y violento que se había creado, se quemó la puerta del castillo en señal de protesta y rebeldía contra el poder señorial.



Es el único hecho, que conozco, en toda nuestra historia local en el que el pueblo llano se enfrentó al antiguo Señor de la Villa, en razón de las primitivas donaciones recibidas del poder real por los servicios prestados en su día. El peso de la Justicia no se hizo esperar y recayó en los representantes de nuestro constitucional ayuntamiento: el Señor Alcalde, el Regidor, el Secretario y otros síndicos fueron arrestados y llevados a la prisión de Alcalá, donde se le siguió causa de oficio "por resistencia y desobediencia a la providencia de este Juzgado sobre restitución del Castillo". Donde permanecieron hasta que recuperaron la libertad en el mes de febrero del 1.838.

Al año siguiente, la autoridad local reclamó, una vez más, al Jefe Político Provincial que se llevara a cabo la "expropiación forzosa" de todo el terreno que ocupa el castillo, pues las medidas tomadas han sido provisionales y poco efectivas. Así, se consideraba que los nuevos enterramientos al lado de la iglesia van en contra de todo Reglamento Sanitario, pues "es un lugar tan reducido que antes que los cuerpos se descompongan tienen que sacarlos para poner otros", sin olvidar además que este sitio está en el mismo centro de la población, con todos los graves males que puede acarrear a la salud pública. Y la otra posible solución, cual podía ser los enterramientos en el Cebrón no procedía, pues allí se hicieron cuando el pueblo vivió una acometida del cólera morbo en el 1.834, y no se encontró en aquel momento otra alternativa, pero "es un campo abierto, sin cerca, ni resguardo alguno, e incapaz de construcción, por lo cual no se estableció en él el cementerio, ni ha podido continuar los enterramientos".

El pleito continúo varios años más, poco a poco el cabildo municipal fue bajando su listón de exigencia, que desde la toma por las bravas se pasó a la solicitud suplicante al Señor Duque, para que éste cediera gratuitamente "o con el gravamen de un censo moderado" el castillo de su propiedad, en el año 1.844. Nada se consiguió en concreto, y sería dos años después cuando se iniciaron las obras en el camino al Cebrón de tan necesario cementerio rural, al que por cierto contribuyó todo el pueblo, pues para abrir los cimientos se contó con "todos los hombres jornaleros del campo, y los que no estén comprendidos en la clase anterior, con el importe a prorrata del repartimiento que se haga para cubrir el costo del cementerio, obligando a todos los que tengan carretas, bestias mayores y menores a que con ellas arrimen piedras".
Varias décadas después, en el 1.877, cuando el cementerio del Cebrón agotó sus posibilidades, "por ser malísimas las condiciones higiénicas y topográficas", de nuevo la corporación municipal acordó "solicitar autorización del Excmo. Sr. Gobernador Civil de la Provincia, para tratar de la adquisición del castillo ruinoso del Excmo. Señor Duque de Osuna, cuyo edificio reúne todas las condiciones apetecibles para el objeto mencionado, con más de la economía, pues mediante un reparo muy corto podría utilizarse con la urgencia que el caso requiere".
Pero a partir de ahora todo fue ya otra historia y el cementerio nuevo, en el actual emplazamiento que todos conocemos, se inauguró en el 1.899, y el castillo conoció otros momentos bien distintos a este pretendido uso.

Nota.-
(1) Archivo Municipal de Mairena. Actas Capitulares 1.836, 1.837,1.844,1.846 y 1.877.