Historias
del Castillo Capitulo 3. De cuando se convirtió en cementerio ... |
A finales del siglo XVIII
surge en Mairena la necesidad perentoria de construir un nuevo cementerio, ya
que eran muchos los vecinos que se veían obligados a enterrar a sus parientes
en el Viso, pues en nuestro pueblo el antiguo cementerio adosado a la iglesia
estaba saturado. Al mismo tiempo el Señor Vicario, presionado también
por las nuevas normativas del Arzobispado sevillano, no podía consentir
más enterramientos dentro de la parroquia, y se oponía a continuar
abriendo más sepulturas en el templo. Por lo que era necesario buscar
otros terrenos apropiados para tan cristiano fin.
La situación se fue haciendo cada vez más insostenible en las
siguientes décadas, hasta que el Ayuntamiento señaló como
enclave idóneo para la construcción de un cementerio rural las
ruinas del viejo castillo, corría el año del 1.836. Tal determinación
fue acordada por varias razones, la primera era que "el castillo está
muy bien situado para dicho objeto, pues se encuentra a una distancia conveniente
del pueblo, en un sitio alto y ventilado". La segunda causa de peso era
que su actual estado de degradación mejoraría, pues estas "ruinas,
que sólo sirven para encubrir malhechores y delitos con graves perjuicio
de la moral pública", lo que se evitaría con el nuevo uso
comunal pretendido. La tercera razón era de índole económico,
pues se creía que "en dicho castillo se puede formar con poco costo
el cementerio, reparando y componiendo del modo posible las ruinas, y si hubiera
de construirse en otro sitio de nueva planta habría de costar una cantidad
cuantiosa, que ni la fabrica de la Iglesia ni los fondos de Propios pueden gastar
por su absoluta imposibilidad y carencias de medios". Y, sobre todo y primordial
motivo, porque estaba plenamente convencido el Ayuntamiento "que estas
ruinas eran propiedad de la Villa, y no del Estado de Arcos"(1).
Rápidamente se ejecutaron los reparos necesarios, se colocó una
gran cruz, y, por supuesto se comenzó a enterrar en este sitio elegido
a los vecinos que fallecían. El Duque de Osuna, a través de sus
representantes y administradores, actúa a los pocos meses, exigiendo
por vía judicial, y una vez que demostró sus derechos de posesión
sobre el castillo, la entrega inmediata de la llave de la puerta, la restitución
de su propiedad, la prohibición de más enterramientos, y que se
retirará la Santa Cruz allí instalada. Se dio el caso curioso
que el mismo día que se ejecutó la orden judicial por la que un
Alguacil recogió la llave del Señor Vicario de Mairena, éste
hizo constar "que al ponerse el sol de hoy se debe enterrar un párvulo,
que por no haber venido su padre del campo no se ha verificado en este mañana".
Ante tal contratiempo, el Apoderado que se hizo cargo de la llave no tuvo inconveniente
en facilitarla para proceder a dicho sepelio, que puso punto y final a este
uso del castillo, en el que se enterraron más de cien maireneros en el
año que estuvo abierto.
A la actuación del Señor Duque por vía judicial siguió
una gran exasperación del pueblo y ayuntamiento de Mairena, donde fue
difícil "conservar el orden y el sosiego público" en
las semanas siguientes, pues se consideró por todos que la actuación
del Juez de Alcalá había sido injusta y provocadora ante los derechos
comunitarios. Esta crispación llegó a su mayor grado en la última
semana del mes de noviembre del 1.837, cuando se recurre al Gobernador Provincial
para que dictará "la inmediata restitución al pueblo del
cementerio". Al mismo tiempo se hizo saber "al Apoderado del Estado
de Arcos que en el término de 30 días presente, si los tiene,
los títulos de propiedad del castillo, para en este caso indemnizarle,
y de no tenerlos, como cree el Ayuntamiento por ser propiedad de la Villa, declararlo
así en su expediente". Y, para colmo, en la noche del día
30 de noviembre ocurrió un hecho que muestra el ambiente enrarecido y
violento que se había creado, se quemó la puerta del castillo
en señal de protesta y rebeldía contra el poder señorial.
Es el único hecho, que conozco, en toda nuestra historia local en el
que el pueblo llano se enfrentó al antiguo Señor de la Villa,
en razón de las primitivas donaciones recibidas del poder real por los
servicios prestados en su día. El peso de la Justicia no se hizo esperar
y recayó en los representantes de nuestro constitucional ayuntamiento:
el Señor Alcalde, el Regidor, el Secretario y otros síndicos fueron
arrestados y llevados a la prisión de Alcalá, donde se le siguió
causa de oficio "por resistencia y desobediencia a la providencia de este
Juzgado sobre restitución del Castillo". Donde permanecieron hasta
que recuperaron la libertad en el mes de febrero del 1.838.
Al año siguiente, la autoridad local reclamó, una vez más,
al Jefe Político Provincial que se llevara a cabo la "expropiación
forzosa" de todo el terreno que ocupa el castillo, pues las medidas tomadas
han sido provisionales y poco efectivas. Así, se consideraba que los
nuevos enterramientos al lado de la iglesia van en contra de todo Reglamento
Sanitario, pues "es un lugar tan reducido que antes que los cuerpos se
descompongan tienen que sacarlos para poner otros", sin olvidar además
que este sitio está en el mismo centro de la población, con todos
los graves males que puede acarrear a la salud pública. Y la otra posible
solución, cual podía ser los enterramientos en el Cebrón
no procedía, pues allí se hicieron cuando el pueblo vivió
una acometida del cólera morbo en el 1.834, y no se encontró en
aquel momento otra alternativa, pero "es un campo abierto, sin cerca, ni
resguardo alguno, e incapaz de construcción, por lo cual no se estableció
en él el cementerio, ni ha podido continuar los enterramientos".
El pleito continúo
varios años más, poco a poco el cabildo municipal fue bajando
su listón de exigencia, que desde la toma por las bravas se pasó
a la solicitud suplicante al Señor Duque, para que éste cediera
gratuitamente "o con el gravamen de un censo moderado" el castillo
de su propiedad, en el año 1.844. Nada se consiguió en concreto,
y sería dos años después cuando se iniciaron las obras
en el camino al Cebrón de tan necesario cementerio rural, al que por
cierto contribuyó todo el pueblo, pues para abrir los cimientos se contó
con "todos los hombres jornaleros del campo, y los que no estén
comprendidos en la clase anterior, con el importe a prorrata del repartimiento
que se haga para cubrir el costo del cementerio, obligando a todos los que tengan
carretas, bestias mayores y menores a que con ellas arrimen piedras".
Varias décadas después, en el 1.877, cuando el cementerio del
Cebrón agotó sus posibilidades, "por ser malísimas
las condiciones higiénicas y topográficas", de nuevo la corporación
municipal acordó "solicitar autorización del Excmo. Sr. Gobernador
Civil de la Provincia, para tratar de la adquisición del castillo ruinoso
del Excmo. Señor Duque de Osuna, cuyo edificio reúne todas las
condiciones apetecibles para el objeto mencionado, con más de la economía,
pues mediante un reparo muy corto podría utilizarse con la urgencia que
el caso requiere".
Pero a partir de ahora todo fue ya otra historia y el cementerio nuevo, en el
actual emplazamiento que todos conocemos, se inauguró en el 1.899, y
el castillo conoció otros momentos bien distintos a este pretendido uso.
Nota.-
(1) Archivo Municipal de Mairena. Actas Capitulares 1.836, 1.837,1.844,1.846
y 1.877.