MAYRENA
EN SUS DOCUMENTOS
3.- CULTOS
DE LA HERMANDAD DE LA HUMILDAD EN 1871 Autor: Eusebio Pérez Puerto |
Desde todas las perspectivas
posibles han sido estudiadas las Hermandades y Cofradías, desde la histórica,
la cultural, la artística, la sociológica, la antropológica,
incluso la estadística; algunas veces con estudios metodológicos,
científicos y rigurosos, otras veces llevados más por el sentimiento.
Ello siempre ha sido posible gracias a los documentos que sobre ellas han ido
dejando las generaciones que nos han precedido en el gobierno de las mismas,
aunque no siempre ha sido valorado la custodia de dichos documentos en los denominados
archivos, pues muchas son las ocasiones en que a dichos documentos se les ha
tildado como "papeles viejos", "documentos sin importancias"
que ocupaban un sitio necesario para otros enseres. También vino a sumarse
otros factores para la desaparición de gran parte de la documentación
en sucesos históricos como guerras (la de Independencia y Civil) o durante
la desamortización de los bienes eclesiásticos decretada por Mendizábal,
produciéndose un desinterés generalizado solo salvado por algún
que otro erudito a los que hay que agradecer que los rescatasen para este momento
en que se está dando todo el valor que tienen los fondos documentales
de las Hermandades y Cofradías, no permaneciendo ya en domicilio particulares
como antaño con la irremediable pérdida que entrañaba,
sino en las Casas Hermandades y en las dependencias administrativas de ellas.
Poco a poco, pues, podemos ir reconstruyendo la Historia de nuestras Hermandades
y Cofradías. Tal es el caso de las Hermandades de nuestra Villa , y en
particular la Hermandad de la Humildad, empeñada en conservar, a la par
que sus enseres, todo el acervo documental y cultural acumulado a través
de los siglos, sin olvidar la dimensión espiritual que debe siempre prevalecer
en la Corporación penitencial.
Analizando los documentos se puede constatar como era el discurrir de la Hermandad
en una determinada época o año, tal como ocurre con una petición
hecha por los entonces mayordomo y secretario de la misma Juan de Dios Guillén
e Ignacio Acosta en el último tercio del siglo XIX al Cardenal Arzobispo
de Sevilla, siendo su tenor literal el siguiente:
"Los que suscriben individuos de la Hermandad de Ntro. Padre Jesús, que con el título de la Humildad se venera en la Iglesia Parroquial de esta Villa de Mairena del Alcor, en nombre de la misma Hermandad a V. Eminencia Rvdma. Con el mayor respeto exponen que celebrando todos los años solemne exposición en la noche de la primera Dominica de Cuaresma, deseando aumentar en lo posible la devoción de los fieles a su peregrina imagen ha resuelto celebrarlos en el presente año eligiendo por orador al Diácono D. Rafael Balbín. Mas como dicho Sr. haya expuesto no poder complacer a la Hermandad sin la autorización previa de su Emmo. Prelado, deseando esta remover este impedimento y confiando en la benignidad de V. Emma. Rvdma.
Suplican a V,E, Rvdma. Se digne conceder el oportuno permiso al referido Sr. a fin de que pueda dirigir la predicación, que ruegan a Dios Ntro. Sr. conserve dilatados años la preciosa vida del Prelado.
Mairena del Alcor, 22 de febrero de 1.871"
De dicha solicitud se puede
colegir como los cultos de la Hermandad eran celebrados con toda solemnidad
el primer domingo de Cuaresma exponiendo al Santísimo Sacramento a la
veneración de los fieles y ello para acrecentar la devoción, a
través del Cristo real, a la peregrina imagen de Ntro. Padre Jesús
de la Humildad. Es de hacer notar la utilización del vocablo "peregrina",
como signo de la riqueza de vocabulario del redactor del escrito, pues dicho
adjetivo, casi en desuso hoy, significa "adornado de singular hermosura,
perfección o excelencia", y eso era, y lo proclaman, para los hermanos
de entonces el icono de Cristo.
Eligen para el panegírico de esa noche a un Diácono, pero antes
de aceptar el orador sagrado desea obtener la licencia del Ordinario, y siendo
el empeño de la Hermandad de que don Rafael Balbín fuese el predicador
es por lo que dirigen al Prelado la solicitud a fin de que concediese el permiso
oportuno.
No serían ajenos a lo que aquellos días sucedía en la Historia
de la Iglesia, pues un mes ante había sido proclamado Rey de España
Amadeo I de Saboya, y el Estado continuaba en su enfrentamiento con el Vaticano,
no solo con la violación del Concordato en la mayoría de sus artículos
principales, sino con otras numerosas ofensas hechas a la Iglesia desde la revolución
de septiembre de 1868. (Nihil novum sub solem).
Así, conociendo como eran sus diocesanos, pudo escribir el Cardenal de
la Lastra, a la sazón Arzobispo de Sevilla, y a quien iba dirigida la
solicitud antes transcrita:
"Los pueblos de este Arzobispado - decía el Cardenal - son y han
sido siempre, por regla general de buena índole, dóciles y morigerados
(sic); y si alguna vez se extravían y declinan al mal, vuelven luego
al buen camino, accediendo a las amonestaciones de sus respectivas autoridades
civiles y eclesiásticas, y se corrigen fácilmente. Por otra parte,
son y han sido en todos tiempos muy dados a la piedad y al culto divino, lo
cual se demuestra de una manera muy clara y convincente con fijar la atención
en las muchas limosnas que sus vecinos hacen a toda clase de menesterosos y
desvalidos, en las varias e insignes fundaciones piadosas que en todas las ciudades,
villas y lugares de las diócesis hay establecidas, y en las solemnes
y frecuentes funciones y festividades religiosas que promueven de continuo su
devoción cristiana."
A la par que una fiel descripción de la religiosidad de nuestra Villa
en esa época, parece que el Cardenal don Luís de la Lastra y Cuesta,
daba en esas palabras cumplida razón a los signatarios de la solicitud.
EUSEBIO M. PEREZ PUERTO