Elías Méndez Carrión

(Mairena: 1863- 1929)

Escritor de la Reseña histórica y el Quinario del Cristo de la Cárcel. Dedicó su vida a ayudar a los demás y murió arruinado.

Por Emilia Cubero Madroñal
Licenciada en Geografía e Historia

Nace en 1863, pertenece a una conocida y respetada familia de Mairena del Alcor. Baste recordar que su tío paterno, D. José MĒ Méndez, fue el alcalde de la localidad a principio del S.XX.

Las características más sobresalientes de este hombre eran su gran humildad, caridad cristiana y fervor religioso que, unidas a una exquisita preparación hacían de él un auténtico caballero.

Como miembro de una de las familias acomodadas de la localidad, su patrimonio le permitía vivir desahogadamente dedicándose a las actividades caritativas y religiosas para las que se sentía especialmente inclinado.

Era propietario de las tierras de Santa Lucía, dónde se ubicaba una de las tres ermitas que existían en Mairena del Alcor, junto a las de El Cristo de la Cárcel y la de San Sebastián.

Igualmente era dueño de varias casas. Él residía en una de ellas situada en la calle Daóiz ("calle La Iglesia") que coincidía con lo que es actualmente la farmacia. Era un casa enorme que albergaba un molino de aceite y un oratorio, dependencia normal en esta época en las casas de las personas pudientes y devotas.

Este molino era el único de Mairena que se cerraba el domingo, por ser día de descanso obligatorio prescrito por la Iglesia, aún a costa de los perjuicios económicos que esto suponía para D. Elías.

El oratorio contaba con distintas imágenes religiosas entre las cuáles destacaba la talla de la Virgen de la Ancilla, Virgen de gloria que presidía el oratorio junto a las tallas escultóricas. También poseía gran número de cuadros piadosos que actualmente se conservan en la Iglesia parroquial de Mairena.

A pesar de su ventajosa posición económica y social su aspiración no era de lucro o la fama sino practicar la caridad. Así nos lo ha relatado Doña Dolores Guillén Jiménez que recuerda como cada día en la casa de este hombre se preparaba comida no sólo para la familia y el personal de servicio de la misma sino también para los mendigos y necesitados que llegaban pidiendo ayuda. Su humildad no le permitía que esto fuera conocido por sus vecinos ya que él no buscaba con la práctica de la caridad la fama o reconocimiento público, sólo la satisfacción interior de poder ayudar al prójimo.

Otro ejemplo de caridad cristiana se pone de manifiesto cuando, al quedar huérfana Doña Dolores Guillén, permite a su tía, Doña Ángeles Guillén, que trabaja para él como criada, recoger a esta niña que desde este momento vivirá en su casa ayudando a su tía en los quehaceres domésticos.

En el tiempo en que presta servicio militar tiene ocasión de conocer a la hermana de un compañero natural de Olivares de quien se enamora y con quien contrae matrimonio posteriormente. Se trata de Doña Concepción Armero y Martínez de Tejada.

A partir de este momento se concentra en sus actividades religiosas y literarias, amén de continuar practicando la caridad de tal manera que su fortuna irá menguando a pasos agigantados.

Ayuda a las distintas hermandades de la localidad, aunque los casos más destacados son la Hermandad del Cristo de la Cárcel para quien escribe el primer Quinario, publicado a título póstumo en el año 1929 y la Hermandad del Cristo de la Vera Cruz, a quien dona el 20 de Enero de 1921 la talla de la Virgen de la Ancilla que, a partir de estos momentos, pasará a formar parte de la Hermandad como titular de la misma. Al año siguiente, la Hdad. De la Vera Cruz, en agradecimiento por las donaciones de la talla de la Virgen y, en general, por sus desvelos hacia la hermandad, lo nombra Hermano Mayor Honorario.

Los últimos años de su vida están marcados por la pobreza. Su extrema generosidad lo obligan a deshacerse de sus tierras debiendo vender la finca de Santa Lucía, aunque se reservó una cuerda de terreno alrededor de la ermita para evitar que demoliera o dañase. Igualmente hubo de abandonar su casa para irse a vivir a otra mucho más modesta de la misma calle, acompañado siempre por sus sirvientas que no lo consideraban ya el señor de la casa sino un familiar entrañable y muy querido.

Su salud se deterioraba lentamente y en el año 1929, sintiendo cercana la muerte, hace saber a D. Leocadio Arias Martínez, segundo secretario de la Hdad. De la Veracruz, su deseo, como donante de la talla de la Virgen de la Ancilla, de suscribir un documento donde constara la donación de dicha escultura, con sus vestidos y alhajas.

Unos días después, el 28 de Abril de 1929, muere a los 66 años en la más absoluta miseria hasta el punto que su entierro en el Cementerio Municipal de la localidad fue costeado por suscripción popular entre los conciudadanos, movidos por el gran respeto y admiración que inspiraba este hombre.

Tras su muerte, al no haber testamento, su mujer, sus primos hermanos y sus sobrinos Mario y Telmo Carrión, se reparten sus escasos bienes que previamente habían reclamado.

La aportación de la Virgen de la Ancilla a la Hdad. de la Vera Cruz, la confección del Quinario al Santísimo Cristo de la Cárcel, la recopilación inédita de relatos sobre personajes famosos de Mairena junto a los cuadros que adornan actualmente la Iglesia Parroquial, como antes hemos referido, que llegarán a ella tras las destrucciones de la Guerra Civil, amén del cuadro de San Pedro que se hallaba en el Sagrario de esta Iglesia donado por D. Elías antes de su muerte y que no sufrió ningún desperfecto por encontrarse a bastante altura, son los legados más importantes de este singular mairenero.

El reconocimiento de Mairena hacia él se puso de manifiesto cuando el día 18 de Mayo de 1983 fueron trasladados sus restos mortales a la capilla del Cristo de la Cárcel, donde descansa junto a los sacerdotes D. Francisco Rodríguez y Ricos(fallecido en 1920) y D. Manuel Jiménez Sutil (fallecido el 25 de mayo de 1966).