Hdad. Jesús. Los Hermanos en 1752
Autor: Manuel Gavira Mateos
Mairena del Alcor a 21 de febrero de 1.990

Hoy, cuando las hermandades de penitencia viven una primavera rica en vivencias sinceras y experiencias fraternales, me atrevo a comentar un curioso documento que, por casualidad, cayó en mis manos relativos a nuestra Hermandad y fechado en el año 1.752.

El marco histórico de la época viene definido por una mala situación económica, la sequía se prolongaba en el campo hacía ya años y se recibía, como agua de mayo, las limosnas que el Sr. Duque de Arcos enviaba para socorrer a los pobres más necesitados y a los infelices campesinos de la Villa.

Pues bien, en este estado de carencia la Hermandad de Jesús Nazareno envía un memorial al Cabildo Municipal: "en que se hace relación del estado y decadencia a que ha llegado la cofradía con la miseria de los tiempos y la falta de hermanos, y los que han quedado se hayan muy atrasados, por lo que es de esperar el que se extinga la dicha cofradía..".

La situación sería lamentable, sólo un espíritu fraternal sumo y una fe ciega en sus devotas imágenes podrían traer la solución al mal del siglo: la pobreza. Y así, los hermanos que aún quedaban acuerdan suplicar al Cabildo Municipal le ceda una de las hazas en la Dehesa de Tejadilla, "libre de renta y por los años que tenga conveniente, para que los hermanos la barbechen y siembren por cuenta de la cofradía".

El problema para los ediles de la época tuvo que ser arduo. Ya que si es cierto que el Cabildo poseía tierras comunales, también es verdad que mucha era la necesidad del pueblo. El Concejo resuelve acceder y destinar seis fanegas en la citada dehesa por el tiempo de tres años, "para que con lo que rindiere se sufrague, en parte, las necesidades que padece dicha cofradía y que consta a este Cabildo".

Gesto a todas luces ennoblecedor de aquellos hermanos guiados por el amor a su Padre Jesús Nazareno.
Y si profundizamos algo más en tan elogiable acción nos encontraríamos con un sacrificio honrado y desinteresado, pues no debemos de olvidar las muchas necesidades personales que padecerían estos primitivos cofrades, pues la época era de grandes calamidades y carencias. Pero ellos, pocos como sabemos aunque con gran sentido de la fraternidad, canalizaron y nos legaron un verdadero testimonio de entrega y amor a nuestra imagen de Jesús Nazareno.