La Feria de Mairena. Díario de Washington Inving. MAIRENA DEL ALCOR. La más antigua y famosa de Andalucía.
Fuente: Archivo Eusebio Pérez Puerto. |
IRVING, WASHINGTON.
Diary Spain 1828-1829. Edited from the Manuscript in the Library of the Society
by Clara Louisa Penney, New York. The Hispanic Society of America 1930 pág
15,17.
Traducción de D. José María de la Peña y Cámara. Director del Archivo General de Indias.
Domingo 27/abril 1828/. A las cinco en punto salgo a buscar a la señora Stalkers y a las seis nos ponemos en marcha con Gessler y Stoffregen en coche de cuatro mulas para la Feria de Mairena. El cochero había pedido treinta chelines por el coche por un día, pero bajó a una onza (16 chelines). Mañana nublada pero el dia aclaró y muy caluroso. Llegada a la Feria antes de las siete, distancia cuatro leguas. En nuestro camino atravesamos un puente donde los guardias del camino estaban apostados. En Mairena nos alojamos en una posada, donde nos dieron una salita de la planta baja. Muchos caballeros jóvenes vestidos de majos. Entre ellos, estaban los hermanos del Marqués de las Amarillas y el hijo del Intendente. Nosotros les acompañamos para ver sus atavíos y caballos. Colina soleada. Hermosa vista desde una parte de la Feria sobre una amplia y rica llanura con las ruinas de un castillo morisco en el cercano horizonte y las montañas de Ronda en la lejanía. La feria parece un campamento árabe o morisco después de una correría. Ganado vacuno, ovejas, caballos desparramados, tiendas de campaña toscas, Hombres yendo y viniendo montados sobre hermosos caballos con atavíos andaluces. Algunos en grupo, algunos durmiendo a la sombra, otros bebiendo, cantando. El paisaje vibra con el color del sol. Setos de áloes, olivares, nubes de polvo desde varias partes del paisaje anunciando la llegada de otros grupos. Las montañas lejanas cubiertas por una calígine sofocante. Retintineo de campanas. Bueyes en pie pacientes e inmóviles. Caballos pastando y relinchando con la impaciencia generosa de su natural. Grupos de gitanos. La gruesa posadera de la Posada por el uso de la habitación durante cinco horas y unos pocos vasos de naranjada y el uso de platos nos pidió nueve chelines. La dimos cuatro chelines. En el camino de regreso nos detuvimos en Torreblanca, una torre morisca. Nos apeamos y nos echamos sobre la hierba para ver el regreso de los grupos de todas clases, a caballo y a pie. En el camino, cerca de Sevilla, filas de gentes para ver el regreso de los grupos. Una rueda de nuestro carruaje se nos salió y nos vimos obligados o apearnos cerca de Portelazza. Al entrar vista de Sevilla bajo la luna. Paso la velada con lo señora Stalkers.
IRVING, WASHINGTON
Diario de España 1828-1829. Editado del manuscrito de la Bibioteca de
la Sociedad por Clara Louisa Penney. Nueva York, Sociedad Hispánica de
América 1930, pág. 15-17