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El Campanillo
Hermandad Sacramental

Edición Digital 2005

AMIGO KAROL


¡Qué Grande eres! En tu bastón, estaba tu familia, tu gente, a la que querías de verdad; nos mimaste en cada zancada, en cada esfuerzo de tu cuerpo ya vencido... TUS JÓVENES..... son tu vida; sin nosotros, las fuerzas te faltaban.
En tus últimos sufrimientos... ¡cómo no!.. estábamos nosotros, el futuro (y el presente ) del globo terráqueo: Gracias, ¡ABUELO!, por tus palabras de aliento, de consejo, de amistad, de cercanía... de AMOR.

Hay quién dice que las palabras se las lleva el viento.... pues, serán las de otro, porque las de mi abuelo Karol, no pasarán:
“NO TENGÁIS MIEDO, JÓVENES DEL SIGLI XXI: ABRIDLE LAS PUERTAS DE VUESTRO CORAZÓN A CRISTO”.
Señores, ¡qué oración más sencilla! Visitó el hogar de cada uno de nosotros, paseó por nuestras calles y plazas... aunque, hubo alguien que no quiso recibirle, atentando contra su vida... pero la misericordia del Padre es grande.

Ha sido (y será para siempre) mi quinto abuelo... una persona atenta a todo lo que pasaba en mi vida, ayudándome, apoyándome, dando testimonio de vida cristiana... aunque sólo lo he visitado una vez a su hogar... ¡vaya nieto!, lo admiraré y lo querré por los siglos de los siglos, amén.
Su pasado fue siempre humilde, su niñez frustrada por la muerte de sus padres y su hermano mayor. Su adolescencia enmarcada en una Guerra, casi ná... pero quién dijo miedo: este joven polaco estuvo dedicado en cuerpo y alma a la gente de la calle, a los humildes, a los hombres de bien... y del mal, vamos, lo que hizo un tal Jesús.
Hecho ya un cincuentón se convirtió en Sucesor de Pedro, más de un cuarto de siglo: tiene su apoyo y guía en Jesús, su fuerza en la Juventud del Mundo; para descansar de sus fatigas... ahí tienes a María.

¡Qué orgulloso estoy de mi Papa! Te fuiste... pero, eso sí, ¡seguirás siendo mi abuelo!

Un joven hermano