EL
RETABLO DE NUESTRO ALTA MAYOR
Eusebio
M. Pérez Puerto
Por un apunte contable conocemos
la fecha del dorado del retablo del Alta Mayor de nuestra Iglesia Parroquial.
La escueta nota de los Libros de Cuentas de la Hermandad del Santísimo Sacramento,
nuestra entrañable Hermandad Sacramental dice “. . .más
1.000 Reales para ayudar a dorar el retablo del alta mayor, siendo Mayordomo D.
Juan Manuel del Villar y Flor, año de 1779”. Y es curiosa esta fecha porque
el retablo barroco se había convertido en una pieza de enorme popularidad y básicamente
en eso radicó su éxito y su propagación en innumerables versiones, pero cuando
con Carlos III a España llega el Despotismo Ilustrado se trató de regenerar al
país educando al pueblo, pero paradójicamente desterrando el gusto del pueblo
“todo para el pueblo, pero sin el pueblo” era su lema. Y así vemos como los ilustrados
clasificaron al barroco en general y al retablo en particular dentro del gusto
populachero. Aunque en estas opiniones subyacían otros elementos de índoles antirreligiosos,
los cuales serían muy prolijos de detallar en tan corto espacio, pero valiéndose
del pretexto de que la madera de los retablos estaban expuestas a ser pastos de
las llamas y ello podía causar incendios que devastasen iglesias, un conocido
jansenizante y frenético antibarroco Antonio Ponz, a la sazón secretario de la
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando redactó un documento por el que
prohibía en adelante ejecutar retablos de madera, dicho documento fue asumido
por Carlos III, y pesar que esa Real Orden quiso asestar el golpe de muerte al
retablo tradicional este todavía se resistió a morir ya que continuaron proliferando
los retablos de siempre unas veces porque las hermandades y cofradías que los
encargaban hacían caso omiso de dicha orden y otras porque muchos ensambladores
eran incapaces de hacer oto estilo que no sentían, y además se negaban a abandonar
la madera y realizar los retablos de piedra, mármol, aspe o estuco imitando aquellos
materiales. Y decimos que es curiosa esa fecha y lo que a ella le rodea porque
son cerca de ochenta años los que dura la realización total de nuestro hermoso
retablo que culmina con ese dorado que lo convertirla en un ascua de oros
El día 27 de febrero de 1702
el licenciado don Gaspar Esteban de Murillo, canónigo de la Santa Iglesia de Sevilla,
Visitador General de la Fábrica del Arzobispado, por mandato de los señores Deán
y Cabildo, al estar la sede Hispalense vacante por haber fallecido el 2 de diciembre
del año de 1701 el Arzobispo don Jaime de Palafox y Cardona, bendice la Iglesia
Parroquial después de su obra grande, obra que debió de reformar la que ejecutara
Diego López de Arena en la primera mitad del siglo XVII. Y esa obra consistió
en cortar el último arco de los apuntados sobre pilares de la antigua fábrica
mudéjar, reformando todo el crucero y el presbiterio al crear un gran espacio,
con cúpula baída, y abriendo en el fondo, y en capilla poco profunda el altar
mayor, y sobre ese lienzo de pared se alzaría el Retablo del que aún hoy nos sentimos
tan orgullosos.
Dos de los más eximios artistas
del barroco habían tenido relación con nuestra Villa Pedro Roldán y Bernardo Simón
de Pineda, uno restaura la hechura de la primitiva imagen del Patrón San Bartolomé
y el otro realiza la custodia procesional del día del Corpus. Ambos realizarían
el retablo de la iglesia del Hospital de la Caridad de Sevilla, uno tallando el
grupo escultórico del Entierro de Cristo otro ensamblando dicho retablo entre
1670 y 1673, no es de extrañar, pues, que si la hechura de San Bartolomé la restaura
Pedro Roldán en 1694 y en 1679 nuestra Custodia la realiza Bernardo Simón de Pineda
los mayreneros tuviesen conocimiento del trabajo que en conjunto habían efectuado
en el ya citado retablo del Hospital de la Caridad, y que seguro hablarían en
mas de una ocasión de la realización de un retablo para el altar mayor de nuestra
iglesia, máxime teniendo como convecino a Pedro Roldán.
Aunque todavía carecemos del
documento en que podamos apoyarnos para afirmar su autoría o autorías y así poder
datario de manera conveniente, las fechas que antes hemos descritos, así como
la comparación con otros retablos de semejantes trazas y similares datos estilísticos,
además de detalles de nuestro propio retablo hace que se le atribuya parte del
mismo a Jerónimo de Balbás el zamorano que después de haber trabajado en la corte
de Carlos II como escenógrafo vino a Sevilla e introdujo el estípite de orden
gigante vertebrando todos sus frentes como observamos en nuestro retablo.
Dos zonas se pueden diferenciar
en él, la primera hasta los ángeles que coronan la cornisa y la otra todo el ático
con la magnífica talla del martirio de San Bartolomé, al cual vemos como lo despellejan
vivo, por eso su símbolo es el cuchillo, con dos retratos en los lados de dicha
talla que bien pudieran ser los donantes o al menos las personas mas importantes
que intervinieron en la realización del mismo, diferencias que no son de tipo
estilísticos sino de tipo técnico, ya que el retablo conforma una unidad armónica.
Se compone el retablo de tres
calles coronadas por el ático al que ya hemos hecho referencia estando este separado
de las calles por sendas cornisas.
Las calles laterales constan de cuatro columnas estípites que le dan esa elegancia,
con las hornacinas para cobijar actualmente las imágenes de San Bartolomé y San
Lorenzo, imagen esta última que al provenir de Carmona resulta pequeña para la
misma.
En la calle central está el camarín de la titular de nuestra Parroquia Nuestra
Señora de la Asunción, imagen de Nuestra Señora del Carmen retallada puesta sobre
la base del antiguo tenebrario que le sirve de peana.
Fueron los sinrazón sucesos de julio de 1936 los que dejaron a nuestro retablo
en un lastimoso estado, al cual quisieron recomponer voluntariosos carpinteros
locales como Telesforo, Pepe de Cayetano, Manolito Jiménez, Marcelino Pérez Calvo
y un infatigable Manuel Crespo Trigueros que no hicieron sino parchear para que
fuese vistoso y siguiera con su función cultual una de las joyas de nuestra Villa:
El retablo barroco del Altar Mayor de la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora
de la Asunción.