CUARESMA
DE 2005
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EL
MUÑIDOR
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BOLETÍN
Nº 17
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ACTO DE RECONOCIMIENTO A D. DOMINGO RODRÍGUEZ DÍAZ
CUARESMA DE 2004
Queridos hermanos:
Tras los solemnes cultos anuales en honor y alabanza a Nuestro Padre Jesús Nazareno, la Hermandad celebra desde hace ya muchos años, un almuerzo de confraternidad abierto a todos los hermanos y que viene siendo utilizado en ocasiones como el momento ideal en el que, por medio de la Junta de Gobierno, la Hermandad dedica un sentido reconocimiento a aquellas personas que han destacado a lo largo de su vida por su dedicación, labor y entrega a ella.
En el día de hoy, como todos sabemos, la Hermandad va a distinguir a nuestro Hermano Domingo Rodríguez Díaz.
Nace Domingo en los años difíciles de la posguerra, concretamente
el año 1941, en el seno de una familia jesuista por vía
paterna. Su padre, Manuel Rodríguez Rodríguez, el siempre añorado
y recordado Julián, esposo de su tía Dolorcita, así como
sus primos, permiten que el joven Domingo sea conocedor de la vida de la Cofradía,
aunque no participe aún activamente en ella, ingresando oficialmente
en el año 1961.
Perito agrícola de profesión, trabajando y viviendo en la localidad de Morón de la Frontera, nuestro hermano Domingo se incorpora a la Junta de Gobierno en el año 1981 y en ella ha participado de manera continuada hasta el año 2002, esto es, veintiún años con la responsabilidad y el sacrificio que ello exige.
Los primeros once de estos años le hemos conocido como Secretario diligente, ejemplar y abnegado, comenzando como Secretario 2 º en tiempos Julián, para seguir como Secretario 1 º en la Junta de Domingo Hernández. En los últimos diez años ha sido distinguido como Teniente Hermano Mayor, primero en la Junta de Francisco Capitas y luego con Antonio Jiménez, periodos éstos en los que ha representado dignamente a la Hermandad en cuantas ocasiones ha sido necesario y ha aportado, con su particular forma de ser y sentir cofrade, sus opiniones, consejos y aspiraciones para esta su Muy Antigua Hermandad.
Como ocurre casi siempre, algunos recordarán luces y sombras en el paso de Domingo por la Hermandad, pero todos hemos de empezar a reconocer y valorar a las personas por las obras bien hechas cuando, como se cumple en el caso que hoy nos ocupa, la balanza se inclina claramente a su favor. Y esto sobre todo en la Hermandad, a la cual cada uno dedica su tiempo de manera voluntaria, sin más carga que la devoción a Jesús Nazareno, a su bendita Madre y la amistad y aprecio hacia sus compañeros.
Toda esta labor llena de tesón, paciencia y rigor, le han configurado como un jesuista amante de las más antiguas tradiciones de nuestra Hermandad, así como un ferviente defensor de ellas, enorgulleciéndole siempre y en particular, el cumplimiento de nuestro título en sus términos de Tradicional y Devota.
Estimado Domingo, en todos los años que has estado en la Hermandad has conocido periodos difíciles, rencillas y estrecheces económicas, así como también otros muchos de gran esplendor, armonía y prosperidad. Pero lo más importante, es que has experimentado magníficas vivencias y momentos de verdadera unión y hermandad con personas con las que, codo con codo, mucho ánimo, gran entusiasmo y mayor amor a nuestros Titulares, has tenido la oportunidad de relacionarte. A la postre, son estos momentos, los únicos que se fijan con cariño y añoranza en el recuerdo y te permiten decir: ¡ha valido la pena!
Y no puedo terminar estas palabras, sin referirme a los sentimientos de un grupo de muchachos, que un buen día de 1985 decidieron iniciar un camino inédito dentro de la Hermandad, para cooperar con ella y acercarla a los hermanos más jóvenes. Los inicios de la Junta Joven fueron difíciles para ellos, por su corta edad y escasa experiencia, así como por las reticencias y desconfianzas de algunos de los miembros de la Junta de Gobierno de entonces.
Por esto, aquellos jóvenes siempre te agradecerán el apoyo, la defensa y la actitud de acogida que les dispensaste, tanto dentro como fuera de los Cabildos de Oficiales, defendiendo la necesaria formación en la hermandad de su juventud para garantizarnos el futuro, admitiendo las inquietudes de los jóvenes, que no siempre coinciden con las de los mayores e incluso prestando tu ayuda en los turnos de feria los viernes por la noche.
¡Domingo!, es deber de la Hermandad, orgullo para esta Junta de Gobierno y satisfacción para nuestro Hermano Mayor, al que te une una antigua y gran amistad, poder rendirte este homenaje de reconocimiento tanto al cofrade como a la persona, haciéndolo extensible a tu esposa e hijos.
En nombre de toda la Hermandad,
te manifiesto nuestro mayor agradecimiento por tu labor cofrade como jesuista,
tu sacrificado espíritu de servicio y la colaboración que has
venido prestando, y que sabemos que podemos encontrar siempre que la Hermandad
la necesite. Por todo ello, recibe de manos del Hermano Mayor, la máxima
condecoración con la que la Hermandad puede distinguir a uno de sus
hijos y de todos los que te aprecian y te quieren, un cariñoso aplauso.
Muchas gracias Domingo, de todo corazón.