CUARESMA
DE 2006
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EL
MUÑIDOR
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BOLETÍN
Nº 18
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DESTELLOS DE UNA LUZ AL LUBRICAN DE LA TARDE
Señor,
antes de entrar en el bullicio y aturdimiento de una nueva Cuaresma, quiero
en estos días, que tu Pueblo y tu Hermandad se encuentre contigo despacio
y con calma. Son pocas las veces que lo hacemos, Señor sabes que ya
apenas acertamos a rezar. Hemos olvidado aquellas oraciones que nos enseñaron
de niños y no hemos aprendido a hablar contigo de otra manera más
viva y concreta.
Ya ha pasado un año más. Estos días comenzaremos una
cuaresma nueva, pero en muchos de nosotros será una más, un
año igual. Los mismos problemas, las mismas preocupaciones, los mismos
trabajos, y así ¿hasta cuándo?
Si al menos te sintiéramos como nuestro mejor amigo
A veces pienso
que eso lo cambiaría todo, Dios mío. Señor, graba bien
en nuestros corazones que tú hacia nosotros sólo puedes sentir
amor y ternura. Recuérdanos desde dentro que tú nos aceptas
tal y como somos, con nuestras torpezas y mediocridades, que nos quieres aunque
no cambiemos.
Leía en una novela una escena conmovedora, un joven muchacho de 17
años, de familia anticlerical, llevado por sus amigos, entra por primera
vez en la parroquia de su pueblo. Un sitio oscuro en donde arde una gran vela
solitaria. El cura que se encuentra con el joven y le dice: La llama
de esa vela no se apaga nunca, cuando nos toca encender una nueva, siempre
lo hacemos con el último fuego de la anterior. Piensa en lo que significa
eso. Significa, que esa luz que nosotros estamos viendo ahora es la misma
que vieron nuestros abuelos, es la misma luz que contemplaron nuestros antepasados.
Desde hace cientos de años, esta casa nos une a todos, a los que vivimos
ahora y a los que vivieron antes. Esto es la fe, el sentimiento cristiano,
es la fe experimentada y vivida por todos aquellos cristianos que descubrieron
a María, Nuestra Sra. de la Amargura, que testimoniaron esa fe en cada
surco de sus vidas. Es nuestra la tarea de mantener encendida esa vela, esa
fe, el testimonio como Hermandad, como Parroquia y como Pueblo, de poner paz
donde hay guerra, calor donde hay frío, ser de todos lo que es nuestro,
plantar un cielo en esta tierra. ¡Qué misión de escalofrío
la que Dios nos confió! ¡Quién lo hiciera y fuéramos
nosotros!
Que nuestra madre, la Virgen de la Amargura, nos ayude a preparar en nuestras
vidas esta Cuaresma del 2006, que tengamos todos la valentía de hacer
posible y visible la luz de la fe, la luz de la experiencia como hermandad,
esa Pascua que espera ser vivida en plenitud por todos los hermanos de esta
Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno.
Mis mejores deseos para esta Cuaresma 2006 y feliz Estación de Penitencia
y Pascua de Resurrección.
Antonio Santos Moreno Pbro.
PÁRROCO DE VILLAMANRIQUE