(5-octubre-2003)
David Civera triunfa ante un público quinceañero.
Informa:
Chema Cejudo
El rey de la canción del verano, el turolense David Civera, congregó
a un público masivamente adolescente y femenino en su concierto de la noche
del pasado sábado en Mairena del Alcor. Unas 800 personas, entre las que
tampoco faltaron jóvenes parejas y algunos papás de las entusiastas
fans, se congregaron en el auditorio al aire libre de la Casa Palacio para vibrar
durante la hora y media que duró el espectáculo.
Civera, como lo llamaban las adolescentes que casi no pararon durante el concierto
de gritar su apellido, se reveló como un amante de las baladas y los medios
tempos. No pocos fueron los temas melódicos que se le escucharon, algunos
de ellos incluso con guiños de sonido guitarrero chirriante, que nos transportaba
por momentos a los parajes de las grandes baladas rock. El propio artista manifestó
sus preferencias por un tema en esta línea, "En cuerpo y alma",
que interpretó en la última parte de su recital, y del que dijo
ser su canción preferida de los tres discos editados.
A pesar de todo, el cantante aragonés sabe perfectamente que lo que rinde
al público a sus pies son sus temas más comerciales, ésos
que suenan a orquesta de feria o verbena, en los que las letras nos hablan de
aviesas y bellas mujeres de armas tomar. Es en esas canciones donde el artista
se mueve como pez en el agua, su vertiente más conocida para un público
con ganas de divertirse, que lo conoce mayoritariamente por sus apariciones televisivas,
y que anhela contemplar los movimientos de cadera que le caracterizan, sus movimientos
y pasos de baile, sus gestos faciales, sus tics que derrochan simpatía.
Y fue en esta línea donde asistimos a temas tan actuales como "Bye
bye", que hizo en dos versiones, la normal al comienzo del espectáculo
y la remix casi al final. Como no podía ser menos, también cayó
el eurovisivo e iniciático "Que la detengan", clave de su posterior
éxito como reconoció el músico, que hábilmente la
postergó hasta el final. Tampoco faltaron otras canciones en la misma línea,
aunque de menos populares para cuyo número nunca faltó el característico
sombrero que tanto juego da al cantante.
Parte importante del espectáculo fue la coreografía, con tres parejas
de baile arropando al artista, siempre alternando el colorido de sus ropas en
un deseo de búsqueda del contraste con los modelos de Civera, causando
un efectismo resultón para el realce de unos números de baile tributarios
en buena parte de los clásicos patrones del music hall.
En el acompañamiento musical, el joven músico que ha labrado su
carrera al margen de los triunfitos, estuvo asistido dos guitarras (española
y eléctrica), bajo, percusión, dos trompetas que eventualmente tocaban
sendos bailarines, y un teclado, del que el propio cantante se sirvió para
interpretar el acústico "Creo en ti".
En definitiva, una buena noche para un público juvenil que adora este tipo
de espectáculos, que a punto estuvo de malograrse por la persistencia de
una suave lluvia que desapareció nada más comenzar el concierto.
Ya lo dijo un chavalito entre el público: "cantas tan bien que las
nubes se han ido".