(9-Dic-2004)
Bónsor se destapa como precursor de los actuales modelos de explotación
patrimonial
Informa:
Chema Cejudo
El arqueólogo hispano-anglo-español Jorge Bonsor fue punta de lanza
del modelo actual de explotación patrimonial, adelantándose junto
con algunos casos aislados documentados en puntos de Europa más de un siglo
a un sistema de explotación actualmente implantado con éxito, que
en todo el mundo da por bueno por sus beneficios. La filosofía en que se
inspira es bien sencilla, consistente básicamente en tomar los restos o
monumentos a proteger como un bien integrado en la comunidad a la que pertenecen,
implicando a ésta en su conservación y beneficiándola con
posterioridad de los rendimientos que produce su explotación. Se consigue
así una convergencia de intereses axiomática, que da como resultado
que la comunidad considere estos bienes como un elemento propio en tanto que dinamizador
de la economía local que hay que preservar. Se salvaguarda así su
supervivencia. Este es uno de los múltiples descubrimiento que investigando
en torno a la figura de Bonsor acaba de descubrir la arqueóloga municipal
de Mairena del Alcor, Ana María Gómez Díaz, y que han sido
recogidos en su tesis doctoral "El proyecto de gestión patrimonial
de Jorge Bonsor en Los Alcores", que la encargada de la restauración
de la colección del afamado arqueólogo espera ver publicado como
libro a medio plazo.
La investigación arroja otros muchos datos sobre la acción investigadora,
de rescate y explotación de las ruinas históricas de Los Alcores,
con respecto a las que la población vivía de espaldas hasta que
George Edward Bonsor Saint Martins se implicó en su recuperación.
Su acción primordial se centró en dos puntos hoy considerados cruciales
en el conjunto de la red monumental de la comarca: la Necrópolis carmonense,
que el arqueólogo no sólo excavó sino que además situó
en régimen de explotación mediante visitas cobradas con las que
se permitía por ejemplo la contratación de vigilancia que la preservara
de vándalos y desaprensivos; y el Castillo de Luna mairenero, que reducido
a su llegada a cuatro torreones semiderruidos y una red de murallas en las mismas
condiciones que servían para guardar ganado, él logró restaurar
por completo para ubicar allí su residencia, instalando de paso su variopinta
colección de objetos.
Ambos conjuntos fueron además incorporados a los entonces restringidos
circuitos turísticos a niveles nacional e internacional, lo que rebela
a su vez otra arista más de la rica personalidad de su figura, la que nos
lo presenta como gestor acorde con el modelo que hoy conocemos. De esta faceta
del personaje, que curiosamente llegó a Andalucía como pintor paisajista
al abrigo del tributario eco que de la región iban dejando por Europa los
escritores románticos del siglo XIX, el trabajo de investigación
nos pone en la pista de avanzadísimos ejemplos de gestión para su
época, probados documentalmente ante los casos de llegadas de paquetes
turísticos (constan de distintos puntos de Europa) o concertados con asociaciones
o colectivos de entonces que dan idea del hito que supuso para finales del siglo
XIX y comienzos del XX de ofertas de paquetes turísticos que pivotando
sobre los dos emblemáticos monumentos de Los Alcores, se ampliaban posteriormente
a un circuito ecológico y cultural por la comarca, complementado con la
posibilidad de efectuar compras de antigüedades, productos artesanos, objetos
curiosos o productos típicos de la zona. Todo ello dando a su vez la posibilidad
al visitante de degustar bebidas como limonadas en los propios recintos, ya para
entonces dotados de sinuosos caminos o zonas ajardinadas que posibilitan su visualización
multidimensional mientras contribuían a su embellecimiento. Estos espacios
habían sido dotados previamente de señalización por Bonsor,
a quien tampoco escapó la idea de publicar guías como las que aún
se conservan de la Necrópolis.
Al margen de la trascendental acción de Bonsor como y descubridor de restos,
o incluso documentalista de los mismos, coexiste en él la faceta de creador
de la conciencia patrimonial comarcal, con un intento de popularización
de sus investigaciones y hallazgos, para lo que se sirvió de vehículos
como la publicación de cartelería divulgativa y folletos informativos
en paralelo a la creación de vías de debate y análisis, cuyo
ejemplo más representativo lo aportan los foros que impulsó a través
de la Sociedad Arqueológica de Carmona. En ellas participaron -¡cómo
no!- personajes carmonenses tan reconocidos como Luis Reyes o Juan Fernández
López "El Calabazo", dos lugareños que determinaron poderosamente
el despertar en Bonsor del interés por la arqueología a partir de
1.881, cuando decide priorizar su acción arqueológica en detrimento
de la pictórica tras darse de bruces con los restos sepultados de la Necrópolis
mientras trataba de localizar junto a "El Calabazo" un enclave privilegiado
desde el punto de vista paisajístico para situar en él su caballete.
La posterior compra de dichos terrenos dieron pie a este ciudadano de Lille (Francia),
educado en Inglaterra a los usos de la sociedad anglosajona de la época,
y atado de por vida a nuestro país hasta su fallecimiento en Mairena del
Alcor en 1.930 para mostrar a una rica comarca desconocedora de su pasado una
gran parte de lo que encerraba en sus entrañas.