(18-marzo-2005)
OPINIÓN: El Trinadero. ¿Se marcha de veras el cura Luis Miguel?
Informa:
Chema Cejudo
Dicen las malas lenguas -y no paran de contar- que te vas, Luis; que te hacen
la vida imposible en el seno de tu Iglesia mairenera, a la que tanto diste. Que
ya no aguantas más. Tú -en cambio- me aseguras que no es así,
que has pedido el traslado porque aquí has cubierto un ciclo. Sé
que eres un caballero, y de ahí tu explicación, pero infiero que
el asunto reviste mayor envergadura de la que reconoces, y eso no me agrada en
absoluto. Te recuerdo hace 22 años cuando llegaste a esta Mairena nuestra,
siendo apenas un chaval como lo éramos muchos de aquella generación.
Desde tu llegada abrazaste esta tierra para hacerla también tuya hasta
convertirte en uno más entre nosotros. Tan es así que hasta te bautizamos
con uno de esos apodos que tanto nos gusta ponernos.
Desde tu puesto, día a día, has impartido una labor pastoral de
las que despiertan admiración hasta en los que no somos de iglesia: Tu
mesa siempre fue la del pobre, diste de comer al hambriento, de beber al sediento
y posada al peregrino. La juventud y los más débiles tuvieron en
ti el mejor apoyo. Y en cuanto a mí, siempre aceptaste mis bromas y mi
visión agnóstica (aunque respetuosa) de la religión; y siempre
me atendiste con agrado en cuanto te requerí. Hasta supiste guardar la
compostura cuando mi periódico publicó un titular poco afortunado
relacionándote en una información. Seguro estoy de que ese Jesús
que en pocos días va a ser crucificado se enorgullece de tu misión
aquí, donde has ejercido una referencia moral que seguimos necesitando.
Y no lo digo por halagar, pues sé que no eres perfecto y también
has cometido errores, pero el que esté libre de pecado que tire la primera
piedra. Además, me consta que ninguno fue de bulto.
Hay quien apunta -sé que tú tampoco lo reconocerías nunca-
que tu situación es deudora de haber mostrado en público y sin reparos
tus ideas políticas, y aunque no sean las mías me pregunto si es
que acaso éstas delinquen y si no es más cierto que son los hombres
los que las convierten en buenas o malas. De paso, invito a esas mentes perezosas
a juzgarte por tus hechos, que son lo que a la postre queda de nosotros. Pero
me temo que sea mucho pedir en estos tiempos extrañamente confusos en que
en Mairena los que se dicen de progreso mantienen sin rubor un idilio que chirría
con una Iglesia de otro tiempo.
Sé que lo de tu marcha no es aún definitivo, pero junio llegará,
y no deja de sorprenderme que nadie se haya postulado aún contra esa posibilidad,
a pesar de tanto bien como has derrochado: hermandades, instituciones, asociaciones,
colectivos, clubes, familias y personas asistidas por tu callada mano ...callan
ahora nadando y guardando la ropa mientras a mí vuelve a olerme a muerto
una vez más.
Sin salir de mi asombro, aún atino a preguntarme qué le está
pasando a esta nuestra Mairena ingrata, tan adocenada, tan asida a su becerro
de oro, tan sumisa que molesta en su cobardía; esta Mairena nuestra anestesiada
y timorata del "dame pan y dime tonto" que ya miraré yo para
otro lado. Tanta mediocridad me rebela en mi orgullo mairenero. ¿Hasta
cuándo seguiremos así? ¿Es que acaso ya no quedan quijotes
en mi pueblo del alma; ni siquiera en el año de conmemoración de
su cuarto centenario?