(19-Ene-2006)
Un joyero hasta el gorro de los cacos
Informa:
Chema Cejudo
Que el de joyerías es un gremio de alto riesgo en cuestión de seguridad
por lo goloso de su mercancía no es secreto para nadie. Como raro sería
no encontrar establecimiento del ramo donde no conozcan tentativas de robo o atraco
(de los seis maireneros todos pueden dar fe de alguno de estos incidentes, aunque
de tipo menor). A pesar de todo, lo del joyero Juan Ortiz y la tienda que junto
a su esposa regenta en el casco antiguo de Mairena del Alcor ya pasa de castaño
oscuro; y ni él ni su compañera aciertan a explicarse la razón
de un historial tan abultado en hechos de este cariz, cuya razón no saben
si imputar a un simple capricho de la suerte, o a la intimidad que brinda a su
establecimiento el entorno que lo acoge en lo más angosto del casco urbano
mairenero, con varias opciones de salida rápida para evacuación
de los delincuentes en su huida hacia el exterior.
Cuatro son los sucesos que suman en los últimos años, con un balance
en pérdidas que se aproxima a los 132.000 euros. El primero de los atracos
(hace unos años ya) fue perpetrado por dos encapuchados con una escopeta
de cañones recortados. En aquella ocasión el propio joyero padeció
la acción cuando se disponía al del cierre, obligándolo los
asaltantes a franquearles el paso al interior del establecimiento, de donde sustrajeron
varias mantas enrolladas con artículos de oro por valor de unos 45.000
euros.
En la segunda ocasión el comerciante fue alertado por la propia Policía
Local una madrugada mientras dormía tras la denuncia formulada por un vecino,
que al salir de caza se percató de que persianas y cierres de la joyería
habían sido forzados y las luces de su interior se encontraban encendidas
a tan inusual hora. Desaparecieron al completo las existencias de relojes de marca,
las bandejas de oro que se hallaban expuestas en las vitrinas, y una gran cantidad
de sobres de compostura. Los daños se tasaron en algo más de 24.000
euros.
Para la vez siguiente su esposa se convirtió en víctima a plena
luz del día, cuando los atracadores la amenazaron con un cuchillo de grandes
dimensiones minutos antes de la hora del cierre de mediodía. Eran fechas
feriales de abril, y los cacos acechaban a la mujer escondidos tras un coche aparcado
en las proximidades del local. En el forcejeo, la copropietaria del negocio recibió
un importante corte en los tendones del dedo pulgar de una mano en un forcejeo
con los ladrones. Aun así, no pudo impedir el acceso de éstos a
la caja fuerte, aunque ella sí consiguió guarecerse. Se llevaron
todas las joyas y relojes expuestas en los escaparates (desde el interior) y algunos
artículos de la caja de seguridad, todo por valor 21.000 euros.
El último de los casos tuvo lugar la pasada primavera, cuando tres mujeres
extranjeras elegantemente vestidas accedieron a la joyería con la excusa
de comprar un reloj mientras la mujer se hallaba sola. Con sus mejores artes dos
de ellas consiguieron distraerla mientras una tercera penetraba en la trastienda
para hacerse con una serie de mantas enrolladas conteniendo cadenas, brazaletes,
anillos, etc, que introdujo en una bolsa aprovechando que la caja fuerte se encontraba
bien nutrida de artículos de Primera Comunión, ya que eran las vísperas.
El matrimonio no se percató del robo hasta que las mujeres abandonaron
las dependencias, retornando ellos a la trastienda donde se ubica el depósito
de seguridad. De inmediato dieron la voz de alarma, con aportación detallada
de la descripción de las féminas, a quienes momentos antes habían
visto algunos ciudadanos en una sucursal bancaria próxima. Se marcharon
en el vehículo que habían estacionado en las inmediaciones de la
joyería, y aunque se puso en marcha un dispositivo de localización
por parte del cuerpo policial mairenero no se las logró detener, marchándose
con un botín valorado en unos 42.000 euros.
Y lo peor de todo es que en ninguno de los casos se ha conseguido detener a los
delincuentes. Sólo tras uno de los robos aparecieron algunas de piezas
en el interior del coche que conducía un joven delincuente alcalareño,
aunque no se pudo demostrar su relación con los hechos tras manifestar
éste que ya venían en el interior del vehículo cuando lo
sustrajo.
A lo largo de estos años, Juan Ortiz ha ido mejorando sus medidas de seguridad,
colocando cierres y portero automáticos, así como cámara
de seguridad en prevención de nuevos episodios. A ello va sumando resignación,
dejando de paso escapar algo de agradecimiento hacia la policía municipal
por sus desvelos y atenciones; no así hacia otros cuerpos policiales con
más medios, de cuya actitud recela no sólo porque considera que
no han sabido coordinarse con los primeros, sino que han llegado incluso a expresar
dudas sobre la veracidad de las denuncias planteadas al no habérselas formulado
a ellos directamente.