(7-Agosto-2006) Pepe Cuentacuentos publica el libro El coleccionista de palabras


Informa: Chema Cejudo

Desafiando las palabras del grupo Golpes Bajos sentenciando sobre las escasas bondades de nuestros tiempos para la lírica, hay quien (al margen escuela y autoridades culturales) no ceja en su empeño de fomentar el hábito de la lectura con iniciativas que llegan a sorprender por su creatividad. Piensan en realidad como el eslogan publicitario que “todo está en los libros”.

Es el caso de Pepe Pérez, el cuentacuentos del programa juvenil La Banda, de Canal Sur Televisión, que acaba de plasmar en las 79 páginas de su libro “El coleccionista de palabras” una selección de casi 30 cuentos concebidos a partir de las palabras propuestas por los niños y niñas andaluces que escribieron a su programa durante los tres años que estuvo en antena.



Almuzara, la editorial andaluza que encabeza Manuel Pimentel, lo ha incluido dentro de su colección educativa, adornado atractivamente historia tras historia gracias a las acertadas ilustraciones aportados por los alumnos y alumnas del colegio sevillano Santa Joaquina de Vedruna.

Y es que para este malagueño afincado en Mairena del Alcor las palabras encierran todo un mundo y son llave para acceder a otros donde las únicas normas son la ilusión y la fantasía. Quizás por ello cuando llegó a estas latitudes lo hizo acompañado por una maleta llena de palabras que no se sacia en su afán por multiplicar, de ahí que no sólo le sirvan de base para elaborar historias, sino que constituyen entes con vida propia que se prestan al juego de la disección y el análisis en una experiencia atractiva para compartir con nuestros niños, cada vez más precozmente aficionados a las telenovelas de sobremesa en detrimento de la literaria y esa puerta de entrada que es el cuento en su doble acepción, oral y escrito.

Ante ese reto, este trovador de la prosa infantil propone un acercamiento a la literatura desde las palabras, organizándolas en función de sus posibilidades de descomposición silábica, su longitud, los sentidos de lectura que permiten, o los sentimientos que transmiten. Todas poseen vida propia al margen del hecho comunicativo que encierran, de ahí que hayan dado vida a una selección variopinta de cuentos, nacidos al calor de las que sugirieron sus jóvenes espectadores.

Son narraciones que responden a la consigna de la brevedad, en un ejercicio de restricción más obligado por las características del lenguaje televisivo que pretendido, algo que lejos de constituir una rémora para el joven que se inicia en el ejercicio de la lectura facilita su labor evitándole la fatiga o la dificultad de concentración, tal como aconsejan los principios pedagógicos para estas edades. Además, “El coleccionista de palabras” se detiene en el análisis de las palabras nucleares de cada historia, incluye una sección de juegos que hace a los niños reflexionar, y un apartado de vocabulario que permite la consulta de términos empleados.

Pepe Pérez reconoce que para esta cruzada en pos de las palabras se ha inspirado en las enseñanzas del pedagogo y escritor infantil italiano Gianni Rodari (1920-1980), a las que ha añadido una buena dosis de valores e imaginación con la ayuda de su lápiz Aurelio, un compañero inseparable al que concede vida propia, al tiempo que le sirve de coartada para plantear su necesidad de pervivencia como objeto tradicional de escritura, trabajo y creación ante el futuro no muy halagüeño que se le abre por la amenaza de ratón de ordenador.

Tras “El coleccionista de palabras”, en síntesis, se encierra una obra rica por la temática que abarca en sus narraciones atemporales, que igual nos hablan de un huevo de dragona, que de un stradivarius, piratas y reyes, espejos endiablados, la capa de ozono o Internet, entre otros temas. Una riqueza que además de los pequeños valoran sus padres y adultos en general, que dan al cuentacuentos buena cuenta de su afecto cuando se lo encuentran por la calle. Incluso le paran para fotografiarse con él como recientemente le ocurrió en Ronda. Naturalmente, Pepe Pérez accede a cambio siempre de una palabra como argamasa literaria para otra narración.

En esa empresa constructiva lleva toda su vida recorriendo colegios sevillanos y andaluces repartiendo fantasía mientras anima a los chicos a la lectura, de igual manera que coopera en esta tarea con el consistorio hispalense, o con la organización de su feria del libro como asesor en la carpa de cuentos.

Ni en verano vale el descanso, pues a pesar de la pobreza léxica que nos envuelve las palabras –asegura- tienen su magia, y surgen en cualquier lugar o momento. Y aunque nos parezca que se pierden y desaparecen retornan como por arte de magia sin que nadie lo espere. Por eso, a pesar del estío no es difícil verlo durante estas calendas en las actividades de ocio programadas en distintos puntos de Andalucía como Córdoba o Punta Umbría por sus ayuntamientos.