(17-junio-2007) El escultor Antonio Gavira, por fin hijo predilecto
Informa: Chema Cejudo
Por fin anoche, con 24 años de retraso desde que la Corporación Municipal de Mairena del Alcor decidiera nombrarlo Hijo Predilecto e incoar el expediente para ello el 25 de marzo de 1.983, el escultor y catedrático de Bellas Artes de la Facultad de Sevilla Antonio Gavira Alba, recibió en la solapa de su chaqueta la Medalla de Oro de la Villa que lo reconoce como tal. Junto a un diploma que lo acredita.
Fue un emotivo acto sobre el escenario de la casa de la cultura, en el que al jubilado profesor y artista pudo verse doblegado por los sentimientos ante las inumerables muestras de admiración y cariño. Curiosamente fue el actual regidor socialista, discípulo y correligionario del recordado alcalde Manuel Bustos, promotor de una iniciativa aunque nunca llegó a verla materializa, quien se encargó de agasajar Gavira en nombre de todos los maireneros.
Su nombre y su obra se ponen así en pie de igualdad con la del otro Hijo Predilecto, el gran cantaor Antonio Mairena, quien la recibió poco antes de su muerte. Como en aquel caso, también al escultor le han llovido las adhesiones de apoyo de todos y cada uno de los colectivos que integran las fuerzas vivas de la localidad alcoreña, en forma de torrencial lluvia. Y, por supuesto, la de sus compañeros en la sevillana Real Academia de las Bellas Artes Santa Isabel de Hungría, creada en el Siglo de Oro por el señero pintor Bartolomé Esteban Murillo, a la que el polifacético homenajeado se unió en 1.979, y en la que llegó a escalar hasta el puesto de Profesor Emérito.
A sus 77 años, y a pesar de su jubilación, hasta el día de hoy la gubia nunca ha descansado en las manos de este “artista de nacimiento”, como lo calificó en nombre de la real institución su vicepresidente Juan Miguel González, quien destacó asimismo la “bonhomía” en lo personal del homenajeado y su humildad como persona y artista. De su docencia destacó “su fineza de criterio, su justicia de pronunciamiento, y la unidad de sus opiniones”. Además, resaltó su producción en pequeño formato siguiendo la estela de grandes nombres del modelado sevillano de la segunda mitad del siglo pasado como Vasallo, Pérez Comendador, Antonio Cano o Carmen Jiménez.
Pero ésta no ha sido la única actividad escultórica de Antonio Gavira, que comenzó practicando la imaginería y nunca la ha abandonado por completo. Precisamente, unos días antes de este reconocimiento recibía la visita de un grupo de jóvenes de la hermandad de la Sagrada Cena de Sanlúcar la Mayor, deseosos de conocer al imaginero que talló las imágenes de su paso.
Ha firmado además otras muchas como un Cristo Resucitado realizado hace varios años para su pueblo natal por petición de su madre hace décadas, de porte monumental y grandioso, que puede hoy contemplarse en el ala derecha del altar mayor de la iglesia parroquial de Santa María del Alcor. Y aún le resta completar proyectos como su Cristo de Paz para el Cementerio Municipal San José de la localidad, para el que posee la promesa del alcalde de asumir el coste de los materiales mientras él aporte su trabajo gratis.
Sus portentosas manos no conocen el descanso, y sería innumerable mencionar las ciudades y pueblos que cuentan con obras de este artista que también es pintor, y que para dentro de poco anuncia en su Mairena natal la primera antológica de lienzos que realice.
Fuera, su firma se esconde tras muchas obras escultóricas civiles de Sevilla como la Campesina del parque María Luisa, el monumento a Sor Ángela de la Cruz, la Inmaculada del Palacio Arzobispal, o El Espartero del Museo de Tauromaquia de la Real Maestranza de Sevilla, por poner ejemplos.
Y resultaría imposible enumerar la cantidad de obras suyas que exhiben calles, plazas y lugares públicos de multitud de ciudades españolas y europeas. En nuestro entorno más inmediato destacan el Sagrado Corazón de El Viso del Alcor, el monumento al Cante Flamenco de Mairena del Alcor, o la Glorieta Jiménez Sutil, asimismo en su pueblo.
Sus obras nunca han dejado de estar presentes en su sitio natal, donde también llaman la atención dos poderosos conjuntos levantados en colaboración con su hermano y también escultor Jesús Gavira. Son el Monumento a la Feria de Ganado, y el Mausoleo Antonio Mairena. Como igualmente atesora más de una decena de premios nacionales e internacionales, entre los que destaca el Sol de Otoño 1.962 de la Real Academia de las Bellas Artes Santa Isabel de Hungría.
Nacido en una humilda familia en la posguerra.- Nada fácil fueron sus comienzos. El suyo fue el típico desarrollo de un niño de posguerra nacido en el seno de una familia humilde de zapateros y carpinteros del entorno de la céntrica plaza del ayuntamiento. No conoció el hambre en casa, pero sí en su exilio en Sevilla y Madrid en tanto se curtía como artista, reconociendo al respecto “ello me tentó a desistir”. Un poco de estabilidad le llegó con la ayuda del por entonces conservador de los Reales Alcázares de Sevilla, Joaquín Romero Murube, quien no sólo lo recibió como invitado a su mesa en incontables ocasiones, sino que llegó a gestionarle becas que le permitieron continuar.
Una labor de mecenazgo que él nunca ha olvidado y emuló, por ejemplo, orientando a otros artistas en muchos casos autodidactas como el visueño Juan Roldán, con quien posee desde entonces una sólida amistad hasta el punto de ser señalado por éste como “mi maestro”.
Su exposición de
escultura menor podrá verse todo un mes.- Minutos después de hacerle
los honores de nuevo Hijo Predilecto de la Villa, el ayuntamiento inauguró
en la sala de exposiciones de la casa de la cultura su vasta exposición
de esculturas de tamaño menor, donde se podrá apreciar la labor
del profesor y artista en el campo de la investigación. Se trata de una
cincuentena de tallas en piedra y bronce, entre otros materiales, incluyendo
su donación al pueblo “Aires Andaluces”. De la importancia de este tipo
de formato dio fe el propio Federico García Lorca cuando sentenció
que “son las que responden al sentimiento del pueblo”.