(21-noviembre-2010) Presentado el libro de Julián Hernández sobre la Catedral de Sevilla

Informa: Mairena Comunicación Alternativa


EL GRAN PESO DE LA IGLESIA EN LA ECONOMÍA DE LA SEVILLA AMERICANA

- El libro "La catedral de Sevilla, Economía y Esplendor (Siglos XVI y XVII)" del profesor mairenero José Julián Hernández constata su relevancia tras ocho años de rastreo en el archivo catedralicio

Estudiantes, investigadores y curiosos disponen desde hace unos días de un nuevo volumen reflejando la boyante economía eclesiástica y del Reino de Sevilla durante los siglos de máximo apogeo de las relaciones comerciales entre la ciudad y las posesiones españolas de ultramar. Estudio que constata la gran influencia socioeconómica y pujanza de una Iglesia que, al margen de su labor religiosa, recibía suculentos ingresos en virtud del cobro del diezmo, un privilegio de gestión tributaria que cedido por la Corona le permitía gravar las transacciones agropecuarias con su 10% en especie. "La Catedral de Sevilla. Economía y Esplendor (Siglos XVI y XVII)" del profesor de Economía de la Universidad de Sevilla José Julián Hernández ha sido publicado por el ICAS (Instituto de la Cultura y las Artes) del Ayuntamiento de Sevilla.

Fruto del trabajo de ocho años de investigaciones en los archivos de la catedral de Sevilla, el volumen fotografía la gran influencia empresarial alcanzada por el Cabildo hispalense para el que llegaron a trabajar hasta 250 personas diariamente en su sede sumadas a 80 capitulaes para dar lugar a una estructura de gestión tan compleja que con el paso de los años generó órganos similares a los que hoy conocemos como consejos de administración de las grandes empresas, si bien integrados casi en exclusiva por clérigos. Toda esa estructura surgió de la necesidad de sostenimiento de una labor que más allá de la litúrgica se extendía a la social, aunque de facto permitió al clero y sus jerarquías unos niveles de vida e influencia social muy notables, que más tarde irían decreciendo en aras a una pérdida de hegemonía que tendría su punto más bajo en la desamortización de Mendizábal en 1798.

Esa actividad fabril del recinto catedralicio implicó además de la estructura laboral (de múltiples oficios) la creación de un dispositivo contable exhaustivo y complejo que daba cuenta de todas las operaciones, e incluía la de los almacenes territoriales o cillas que el conglomerado disponía a lo largo y ancho de un Reino que entonces se extendía a las provincias de Sevilla, Huelva y Cádiz actuales, mas algunos municipios de Málaga. Además, el profesor José Julián Hernández certifica en su estudio que esta estructura era responsable asimismo de la gestión de la innumerable red de inmuebles de que disponía la Iglesia sevillana en aquel momento, cuyas rentas por alquiler suponían otra de sus fuentes de ingresos. En total, 1500 propiedades entre rurales y urbanas distribuidas por el reino, cuyos ingresos contribuían a atender tanto las necesidades propias como el mantenimiento de hospicios, hospitales, colegios, o comedores en el marco de la importante red asistencial que desplegaba. Generalmente eran propiedades recibidas por donación o heredades, tanto de difuntos devotos como en ocasiones del propio rey.

El volumen de material escudriñado deja entrever asimismo los ciclos económicos aparejados a años de sequía o abundancia; o los de inundaciones que tanto mermaban la estructura social y urbana de la capital andaluza. Interesantes datos para un tomo que ha contado por ello con el impulso en su publicación del profesor de la Universidad de Sevilla Antonio Collantes de Terán. El sentido didáctico y docente de la obra, además, quedan revalidados en la introducción que a modo de prólogo le dedica como apertura y guía otra autoridad en la materia, el catedrático de la hispalense Antonio Miguel Bernal.

Cifras y datos.- En los siglos XVI y XVII Sevilla tenía un monto de población que rondaba los 120.000 habitantes. Al potencial económico de la actividad "empresarial" sevillana sólo hacían sombra entonces escasos centros económicos, si bien febriles, como la fábrica de tabacos y el puerto. El resto de la economía era básicamente gremial, o pivotaba sobre la agricultura y la ganadería, con escasa incidencia del sector funcionarial, pues ni la administración municipal siquiera disponía de pujanza. Antes al contrario, era presa del raquitismo económico. En ese contexto cantan las cifras del poderío económico del entramado clerical con la posesión de 1300 casas de su propiedad en Sevilla ciudad, o el ingente volumen de productos agrícolas como el aceite o cereal que movía junto a cabezas de ganado. Básicamente eran los mismos de la actualidad en el campo sevillano. Por otra parte, el estudio también fedata la dieta alimenticia más común de la época con las legumbres, tocino, castañas, picadillos de carne de ternera, ensaladas o arroz con leche formando parte del menú más frecuente.

Amenidad.- Pese a sus 222 páginas, la lectura de la obra del profesor José Julián Hernández, natural de Mairena del Alcor, resulta amena e interesante incluso para un lector profano a la economía. Incluye esquemas y cuadros que hacen su interpretación más asequible, y reproduce documentos extraídos del completo y complejo archivo de la Catedral de Sevilla que, según el estudioso, encierra aún acervo sobrado para arrojar luz sobre múltiples aspectos de pasado de esta tierra. Hacerlo factible es cuestión de armarse con la paciencia exigible a un investigador, dada la buena organización del fondo y las facilidades que el arzobispado dispensa para ello.