IV Marcha hacia
la Prehistoria. Castillo de Luna, Molinos, Depuradora y Luchena.
Sábado 30 Abril 2005
I
Ruta 2001. Visita a Gandul. II
Ruta 2002. Ruta de Alcaudete III
Ruta 2003. Clavinque
El colegio
Isabel Esquivel organiza la IV Marcha a la Prehitoria el sábado 30 de
abril de2005. La salida se ralizará a las 09:00 horas desde la Plaza
de Antonio Mairena. La ruta pasará por el Castillo de Luna, los Molinos,
la Depuradora y Luchena.
El número de participantes está limitado a 80. Las inscripciones
se pueden hacer en la secretaría del colegio o por teléfono llamando
al 955943078.
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PASEO A LUCHENA
José Manuel Navarro Domínguez 2005
Tradicionalmente se ha denominado Luchena a una amplia extensión de terreno situado en el pie del escarpe de los Alcores, regada por los arroyos de los Molinos y de Alconchel. Según algunos autores el origen del topónimo Luchena que recibía la zona en época musulmana parece derivar de Luciana y este término de Lucius, posible propietario romano del terreno. A la denominación del lugar parece responder la advocación de la ermita establecida en honor de Santa Lucia.
El escarpe de las Laderas forma la zona de contacto entre los Alcores y la Vega con unos 40 a 80 m. de desnivel. Abrupto en origen, se encuentra actualmente aterrazado en algunos lugares y con varios puntos accesibles allí donde los arroyos han rebajado el desnivel y suavizado la pendiente.
Aflora en algunos puntos el sustrato calizo de roca madre, escasamente alterado, de formación rocosa, amarillenta y blanca, de escaso valor agrícola, dando lugar a formaciones vegetales de arbustos y hierbas ralas. Tan sólo en algunas zonas la suavidad de la pendiente y el afloramiento de agua han permitido, mediante bancales y terrazas, poner en cultivo la tierra con olivos y hortalizas.
En los Alcores existe una capa caliza subterránea de grandes posibilidades hídricas, explotada desde muy antiguo en forma de pozos. Esta capa retiene el agua de lluvia y la suministra a pozos y fuentes naturales (Alconchel y Gorda) y a la multitud de huertas enclavadas en los Alcores y las terrazas del escarpe.
Los arroyos descienden desde los Alcores en dirección Sur, convergiendo en el Salado Únicamente en algunos días de invierno, con fuertes lluvias, alcanzan un caudal importante y sufren un fuerte estiaje en verano llegando casi a desaparecer.
A lo largo de la historia
los establecimientos humanos en la ladera del escarpe se ubican en zonas abundantes
en agua, alineados en una cañada, junto a un arroyo y en tierras aptas
para el laboreo. Así se extienden desde la mesa de Gandul por el Chorrillo,
la Peñuela, la estación de El Viso, el Rancho Zurdo, Alcaudete,
Moscoso y El Judío.
En época romana la comarca de los Alcores se convierte en una región
especializada en la exportación de cereales, vino y aceite. Se establecen
en la zona diversas villae que explotaban las fértiles tierras de la
vega. Restos de algunas de ellas se pueden observar en El Cebrón, donde
abundan los ladrillos y tegulae de la edificación.
Las canteras romanas se concentran en las zonas del alcor cercanas a poblaciones y villae y algunas se aprovechan como necrópolis, como las de Carmona y Gandul, por lo que no es extraño que Bonsor localice resto de una necrópolis romana en la cantera existente a los pies del castillo. Encontró dos hornacinas con urnas cinerarias y en una la inscripción D.M./TIBER/VIXIT/MES.
Santa Lucia
Del edificio sólo pueden apreciarse algunos restos de los muros de tapial medieval con cimientos romanos con sillares. La base parece ser un castellum aquae o aljibe, romano. En las proximidades se ha encontrado cerámica tipo terra sigilata hispánica, sillares y ladrillos, restos propios de una villae romana. Sobre los cimientos romanos se estableció una edificación en época islámica con torre, que sería aprovechada por los cristianos para establecer la ermita de Santa Lucia. Ya en el s. XVIII estaba abandonada ubicándose sus imágenes en la iglesia parroquial de Mairena.
Bonsor excavó junto a Méndez, propietario del terreno, varios túmulos en los que encontró piezas de marfil, decoradas con animales y flores y huevos de avestruz de clara influencia orientalizante.
Sileno
Es un busto romano en mármol
blanco del s. III-IV d. C encontrado en la zona de Luchena que representa a
Sileno. En origen era un genio frigio de los manantiales, representado con cola,
pezuñas y orejas de caballo. En la mitología griega se incorpora
al cortejo festivo de Dionisios y representado como un anciano gordinflón,
calvo, chato y siempre borracho.
Luchena
El donadío de Luchena es quizás uno de los establecimientos más antiguos de Mairena. Aparece registrado en el repartimiento de Carmona, de mediados del s. XIII, inmediato a la conquista cristiana, cuando es entregado a la orden de Calatrava.
Posteriormente perteneció a los franciscanos, en el s. XVI fue comprado por el duque de Arcos y a mediados del s. XVIII por el convento de San Agustín, casa grande de la orden, situado extramuros de Sevilla. Fue desamortizado y vendido en el s. XIX a varios particulares.
Contaba con unas 550 aranzadas de tierra de sembradura de primera calidad y otras 550 a. de segunda calidad que se sembraban de cereal, 170 aranzadas de olivar, en varias hazas separadas cercadas con gavia de pita, 553 aranzadas de pasto y un pequeño bosquecillo con 50 pinos y 350 álamos. Cerca del caserío había una pequeña huerta con una aranzada de tierra de primera calidad con noria propia para el riego y unos 70 árboles frutales. El almacén contaba con 41 tinajas con capacidad para 23.000 arrobas de aceite.
Actualmente se conservan sólo algunos restos de edificios. Constaba en tiempos de dos caseríos: El llamado "de los olivares" situado en la mata de olivares, en el pago denominado "Pedro Domingo" estaba formado por una casa con dos salas bajas de vivienda, un oratorio, varios cuartos bajos y dos despensas y un asiento de atahona, con horno para cocer pan. Disponía además de cuatro cuadras, pozo "oficinas", forma genérica de referirse en la relación a las habitaciones pequeñas, y un cuarto alto con tres divisiones para despensa, y pajar.
El segundo caserío contenía los corrales para las gallinas, almacenes y una caballeriza anexa, contando además con una cocina y un pozo, pilar para abrevar el ganado y un tinajón con capacidad para almacenar aceite.
El cortijo tenía dos molinos de aceite dotados de cuarto de piedras, caldera, viga y pertrechos. La construcción se completaba con un gran patio donde se ubicaban algunas trujas y un gran pozo, que abastecía de agua al cortijo. Para el almacenamiento del grano contaba con varios graneros edificados sobre el almacén, para evitar que la humedad del suelo pudiera afectarle.
Entre las anécdotas más curiosas de su historia podemos citar el asalto sufrido en el otoño de 1811 por unos bandidos que robaron algunas fanegas de trigo almacenadas en sus graneros.
Los molinos
En el arroyo llamado por ello de los Molinos se localizan cuatro molinos harineros
llamados "de la Latera", en las afueras de Mairena y en cuya atarjea
estaba instalado un lavadero público, "de la Tranca", "de
los Arcos", llamado así por los arcos sobre los que se eleva la
conducción de agua de su atarjea y el "del Culebro".
Los molinos se basan en el esquema fundamental del molino hidráulico
de tradición árabe, que, con diversas variantes locales, encontramos
en toda la Baja Andalucía. En su forma más simple se compone de
cuatro elementos fundamentales: la Atarjea, el Cubo, la Sala de piedras y la
bóveda del Rodezno. Están construidos con una tecnología
muy sencilla, similar a la empleada en las viviendas particulares. Los muros,
algo más gruesos que los usados normalmente, se componen de argamasa
apisonada, compuesta de tierra, arena y cal, cementada con agua y apisonada
en cajones de madera llamados tapiales, que al ir subiendo en altura iban formando
el muro. Como elementos de refuerzo se añadían piedras y restos
de ladrillos, que diesen más consistencia al muro de tapial.
La sala de piedras se construye abovedada de piedras o ladrillo, evitando las
estructuras de madera a dos aguas, que acumulan una gran cantidad de polvo en
sus vigas, además de ser más inseguras ante la lluvia. La bóveda,
perfectamente cerrada, es más limpia y segura contra la lluvia que las
cubiertas de tejas, empleadas en las restantes salas del molino, incluida la
vivienda del molinero.
La atarjea estaba construida con tapial de argamasa y piedras reforzado con
ladrillos, formando un canal impermeable muy resistente a la acción de
las plantas acuáticas y el "verdín", que tanto abundan
en muros y pozos húmedos, que podían dañar al muro y filtrar
el agua al exterior.
La construcción de los molinos la emprende Francisco del Campo y Amat
en 1780 reconstruyendo algunos ya existentes en un terreno denominado "de
los molinillos". Además amplía las bocas de mina de las fuentes
naturales de Mairena que suministraban el agua, aumentando así el caudal
disponible para mover las piedras.
Su funcionamiento se basa en el esquema fundamental del molino hidráulico de tradición romana y árabe, que, con diversas variantes locales, encontramos en toda la Baja Andalucía. Cuando se comenzaba a moler se elevaba el llamado tablón real pasando el agua de la atarjea al cárcabo, la entrada del cubo de caída del agua. En el cubo, de recias paredes para soportar la presión, el agua adquiere una gran velocidad, al precipitarse desde una altura que oscila entre los 5 y los 10 metros, obteniéndose la fuerza suficiente para mover las palas.
Los molinos de Mairena, presentan como peculiaridad sus largas atarjeas, que pueden alcanzar los 100 m. de largo, algunas sostenidas por arcadas de medio punto y sus altísimos cubos de hasta 7 m. El. arroyo de Mairena, por lo reducido de su caudal y lo irregular de su flujo, obliga a buscar un mecanismo para forzar la presión de la corriente motora en el palahierro. Para ello se construye, a favor de la pendiente, una larga atarjea, que, tiene un desnivel inferior al natural de la ladera sobre la que están edificados. Esto permite elevar el agua varios metros sobre el nivel de base del molino, multiplicando la fuerza de caída del chorro de agua que se precipita por el cubo, generando el impulso necesario para mover las piedras, ya que el proporcionado por la pendiente del terreno no bastaría.